El campo de Antioquia es potente

Me presenté a varias entrevistas de trabajo y no me aceptaron, llegué a dudar de mí como profesional y de mi decisión de seguir en Sonsón.

Por muchos años trabajamos con la Fundación Secretos para Contar, aún hoy aprovechamos sus libros, sus estrategias de aprendizaje por proyectos y su formación a maestros.

Durante años los suelos de la finca estuvieron degradados y la tierra sumamente explotada.

Me entusiasmé tanto con esta información que comencé a hacer una antropología de la alimentación, a diseñar cenas interactivas en las que algunos chefs latinoamericanos diseñaban y preparaban menús, mientras yo contaba historias alrededor de esas preparaciones.

esde el año 2019, Comfama se volvió parte de la Corporación Biosuroeste porque vimos la alineación del proyecto con nuestra causa de promover el desarrollo regional regenerativo.

Todo empezó cuando mi padre, Luis Carlos Jaramillo, regresó de Chile.

Cuando llegó el momento de decidir qué hacer con mi vida, me decían que el trabajo del campo no era para las mujeres, que debía dedicarme a la confección, al fin y al cabo la mayoría de mis compañeras se dedicarían a eso.

Nací en Medellín, pero desde pequeña he estado conectada con la ruralidad gracias a la finca familiar en la que mi papá cultiva café, la misma que he recibido para crear un mandala de árboles, arbustos, flores, granos, plantas medicinales, vegetales y frutas.

Vivir, crecer y trabajar en el campo al lado de mi padre me ha dado la posibilidad de entender de primera mano las necesidades del sector campesino, lo que me ha inspirado a luchar por él y por mejorar la calidad de vida de la gente, de mi familia y de mis compañeros de trabajo, más aún después de ser testigos de la guerra y renacer de ella.

Hoy casi treinta años después de su muerte dejé de burlarme de su idealismo y sus fracasos para admirar aquello que hoy lo haría único.