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La historia de cómo gracias a las buenas ideas, a la conversación y al trabajo conjunto de instituciones públicas y privadas, 600 hectáreas de tierra que fueron usadas para el narcotráfico pasaron a convertirse en Biosuroeste.  

El nacimiento 

Rafael Aubad, expresidente de Proantioquia 

Era el año 2013 y 600 hectáreas de tierra que habían sido confiscadas, en un proceso de extinción de dominio, al narcotráfico, ajustaban 13 años sin un uso claro y estaban próximas a ser repartidas por parcelas entre campesinos. 

Se trataba de un terreno localizado en el Suroeste de Antioquia, entre los municipios de Támesis y Valparaíso. Entonces yo era el presidente de Proantioquia y recibí un llamado por parte de ambos alcaldes, para ver en estas tierras una oportunidad más allá del aprovechamiento individual de cada parcela. 

Empezamos a darle vuelta a la idea y a encontrar el camino. Consideramos que tal vez una alianza local público-privada fuera la clave para lograrlo. La premisa fundamental de esta misión fue lograr una Restitución Social Colectiva (RSC). Es decir, que las tierras fueran entregadas a estas dos administraciones municipales para convertir el terreno en un espacio que contribuyera a la sostenibilidad regional con ayuda de entidades aliadas. 

Empezó entonces la tarea de sacar adelante la iniciativa, el camino estaba lleno de obstáculos, pero hubo uno especialmente complicado: que las entidades públicas del país no entregaran el terreno dividido en parcelas a los campesinos, para que ellos lo trabajaran de forma independiente, sino que encontraran en nuestra propuesta un propósito de alcances regionales y quisieran intentarlo. 

Fueron tres años de ir y venir, de conversar mucho y con muchas personas, de pulir la idea, de hacer esta propuesta, inédita en la ruralidad antioqueña, más fácil de comprender y más atractiva. 

Toda esa intensa gestión dio frutos. En el 2014 el predio fue entregado a las dos alcaldías y en 2019 cedido por estas a la corporación de la que hacen parte nueve entidades aliadas: municipio de Támesis, Comfama, Corporación Interactuar, municipio de Valparaíso, Fundación Aurelio Llano, Fundación Berta Arias, Fundación Proantioquia, Fundación Bancolombia, Fundación Julio C. Hernández. Y así nació Biosuroeste. 

La aceleración 

David Escobar, director de Comfama 

Desde el año 2019, Comfama se volvió parte de la Corporación Biosuroeste porque vimos la alineación del proyecto con nuestra causa de promover el desarrollo regional regenerativo. Para nosotros, el proyecto animará la creación de una clase media rural y catalizará el desarrollo territorial a través del fomento al crecimiento empresarial sostenible y consciente. 

De la mano de los demás socios, nos soñamos un espacio que contará con programas de conservación y restauración ecosistémica, proyectos ecoturísticos, actividades de investigación ambiental e iniciativas de incubación, emprendimiento y desarrollo empresarial para la provincia de Cartama, en el Suroeste antioqueño: yendo incluso más allá, inspirará proyectos similares en otras regiones de Antioquia y de Colombia. 

Hasta el 2021, gracias a la cooperación entre los municipios, instituciones, cooperación internacional y empresas de la región, logramos consolidar una visión, una red de alianzas y un plan maestro que orientará a Biosuroeste. Este año comienza una nueva etapa: la aceleración y puesta en marcha de estos sueños, encabezada por Comfama. 

En los próximos meses veremos cómo, gradualmente, aparecerán programas, servicios e infraestructuras que catalizarán el desarrollo regional y regenerativo en esta región. 

Nuestra visión es que Biosuroeste funcione como un faro que guíe e inspire a empresarios, familias y alcaldías de nuestro departamento a caminar la senda del desarrollo incluyente, donde lo empresarial y lo social se encuentren, donde la productividad y la regeneración se concilien. Ganadería regenerativa, agroindustria sostenible, agroecología, turismo cultural y natural, investigación aplicada, conexiones con mercados y participación comunitaria se conjugarán en este hermoso paisaje antioqueño y su entorno. 

Esta iniciativa demuestra el poder de la conversación entre instituciones y personas para construir valor compartido. En tiempos de polarización, en el Cartama hemos aprendido, en la práctica, aquello de que si queremos ir rápido, podemos ir solos, pero si la intención es llegar lejos, es mucho mejor viajar en buenas compañías.

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