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De Gloria Ramírez esperaban que dejara su tierra, que se dedicara a la confección y que tuviera hijos pronto, pero su vida y futuro están en el campo. Con 31 años se convirtió en una lideresa en la agroindustria de El Santuario, Antioquia. 

Mis manos labran la tierra desde que tengo 12 años. Nací en la finca de mi familia, una herencia de mis abuelos que casi perdemos por tratar de subsistir, nuestra casa de tapia y dos habitaciones era todo lo que teníamos, pero además de eso, disponíamos de una tierra generosa, eso nos salvó. 

Mis tres hermanos y yo crecimos rodeados de bosque y cascadas, en una montaña en límites de El Santuario y Cocorná, en el oriente de Antioquia. Hemos visto crecer frutos que antes fueron semilla, hemos corrido por montañas, nos hemos bañado en aguas heladas que brotan de la tierra. 

¿Por qué es importante el campo?   

Cuando llegó el momento de decidir qué hacer con mi vida, me decían que el trabajo del campo no era para las mujeres, que debía dedicarme a la confección, al fin y al cabo la mayoría de mis compañeras se dedicarían a eso. Así que tomé ese rumbo; con ahorros, mucho esfuerzo y el apoyo de mi familia, compré una máquina y monté un pequeño taller. 

Los días pasaban uno tras otro sin mucha emoción. Me sentía como un pájaro enjaulado. Mientras hacía cortes para confeccionar uniformes deportivos, me imaginaba caminando por la finca, con la mirada fija en verdes y azules del campo. La finca la seguían trabajando mis hermanos y mi papá, pero no estaba produciendo lo suficiente. 

Entonces quise ser parte de un proyecto familiar, de la finca Ramírez Ramírez. Así que vendí mi máquina y volví a ser libre. Volví al campo y les dije a mis hermanos que quería trabajar con ellos. Al principio se negaron, me decían que cómo me iba a dedicar a la tierra si era mujer. Les dije que, así como podía cuidar un jardín, podía hacer crecer otros frutos. 

Gloria Ramírez nos cuenta un momento importante  

Allí también apareció una gran oportunidad: las capacitaciones con la Corporación Interactuar a través del modelo MBA (Método Base de Aceleración). Durante tres años me capacité, estudiamos nuestro suelo, organizamos la estrategia de ventas, pulimos nuestra contabilidad y distribución. También optimizamos los recursos y reiteramos que la tierra es nuestro tesoro más grande. Sin campo no hay vida, sin campo no podríamos comer. Por eso lo cuidamos. 

Hemos desechado el uso de químicos tóxicos y nuestra meta es producir alimentos orgánicos; hacia allá vamos. Queremos que los tomates, zanahorias, repollos, papas criollas y remolachas que salgan de nuestra agroempresa sean de calidad, que nos alimenten bien. Con nuestra finca produciendo de mejor calidad, aumentaron las ventas, ahora distribuimos a Medellín y a la Costa Caribe.  Logramos reconstruir nuestra casa en la finca y ampliarla. Hoy cuando vemos hacia el horizonte, están los verdes que amamos, nuestra tierra que es vida y el florecimiento para las posibilidades femeninas en el campo. 

La importancia de estudiar y el liderazgo de las mujeres en el campo, según Gloria Ramírez.  

Imagen gloria

 

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