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A los 22 años, Jorge Mario García Zuluaga convirtió lo que otros veían como un «problema» en su mayor fortaleza.

En Sabaneta y en los pasillos de la Universidad de La Salle, las personas llaman a Jorge Mario: «Zulus» por el apellido de su madre, con quien tiene un vínculo de cariño desde que está chiquito. Mientras conversamos, trata de almorzar y por su lado pasan chicas que lo saludan y molestan. Su energía parece contagiosa al igual que su sonrisa. Lo que muchas personas no saben es que detrás de esa vitalidad hay una historia de transformación personal que comenzó con un diagnóstico de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) a los 11 años.

El tiempo de medicación con Ritalina no fue fácil. Jorge recuerda vívidamente cómo tenía que salir de clase en el colegio a las 10:40 a.m. para tomar su medicina, y escuchar comentarios hirientes de algunos compañeros: «eres muy inquieto, muy fastidioso, muy intenso»; en ese momento, Zulus lo veía como una situación que, en otro momento, iba a usar a su favor.

La música fue justo un catalizador que jugó a su favor. A los 14 años, Jorge estudiaba guitarra y música en Comfama, y lo que empezó como una estrategia terapéutica por recomendación de su psicólogo se convirtió en una pasión. «Genuinamente me apasiona la música, soy muy estallado, muy animado, muy extrovertido», agrega.

Música y participación: otras formas de sumar

Jorge se define a sí mismo con «tres aristas»: estudiante de Comunicación y Periodismo, DJ profesional, y miembro del Consejo Municipal de Juventud de Sabaneta.

Como DJ, trabaja los fines de semana en discotecas de Medellín y otros municipios de Antioquia. Como líder juvenil se ha destacado en el Consejo Municipal de Juventud; su liderazgo natural lo llevó a ser elegido entre más de 100 jóvenes. En el consejo trabaja por el acceso de la juventud a oportunidades artísticas y culturales. Durante la pandemia, una época que pudo haber sido devastadora para alguien cuya energía se alimenta del contacto social, vivió cada día como una oportunidad de reinvención. Con una cámara nueva, Jorge comenzó a capturar el mundo desde su perspectiva y de ahí nació el interés de estudiar comunicación social.

El poder de la conversación

Para los días con tropiezos, Jorge tiene su clave de regulación emocional: la conversación. «El mayor remedio para mí es conversar. Soy muy de conversar, puede ser con un amigo, con mi mamá, con un experto. No es precisamente el consejo de alguien lo que me tranquiliza, sino el sacarlo, el exponerlo».

Lejos de ser una condición que restringe, Jorge la ha convertido en posibilidades: creatividad, liderazgo, y una energía que inspira a otras personas.

¿Y si lo que crees que es tu mayor dificultad resultara ser tu superpoder?

Para Jorge, la música no se sigue: se vive. Cada nota lo conecta con su forma particular de habitar el ritmo y la amistad.

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