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¿Tengo que esperar a cumplir 18 para participar? Esta historia nos demuestra que todos podemos cuidar la democracia sin importar la edad.

Esa tarde de elecciones, Yulieth Bedoya se enfrentó sola a un resultado devastador. Solo 12 de 220 personas votaron por ella para ser personera del colegio. La derrota era inevitable.

Llevaba años en una escuela de liderazgo en su vereda, en el municipio de La Unión, Antioquia, y cuando fue el momento de mostrarse como líder en frente de sus compañeros de clase y profesores, no ganó. ¿Por qué no gané?, ¿qué van a pensar de mí? se preguntaba entre la sorpresa, la tristeza y la frustración, mientras otros celebraban. Momentos más tarde y sin querer, escuchó en los pasillos que ese cargo «era para hombres, no para mujeres».

No veía la hora de llegar a su casa. Desaparecer de los ojos de sus compañeros en la tranquilidad de su hogar. Al lado de sus papás, sus líderes más admirados, encontró consuelo. También lo encontró en la asociación de liderazgo donde se formaba. No quiso volver a lanzarse a otra elección por años, ante el pánico que le generaba perder de nuevo.

Pasaron tres meses y la derrota se hacía lejana, en medio de conversaciones con sus papás y sus compañeros de liderazgo, empezó a ver algo mucho más evidente: no tenía que ser elegida líder para serlo, no tenía que ganar una elección para cuidar de su vereda y de sus entornos cercanos.

Había visto en sus papás cómo aportarle a la comunidad desde acciones simples como cuidar una huerta comunitaria o aportar en las reuniones de la Junta de Acción Comunal.

Así fue como decidió seguir, con ánimo, su trabajo comunitario. Dedicó sus esfuerzos para mostrarle a los demás cómo todos podían participar, desde sus entornos cercanos, en espacios tan necesarios como la Junta de Acción Comunal.

Cuando tenía 19 años ingresó a la escuela de liderazgo de la Universidad Católica de Oriente y se certificó como gestora de paz. Su formación tuvo un resultado para ella inesperado: el alcalde municipal la invitó a participar en el primer Consejo municipal de la Juventud*, en el que ocupó la curul de joven rural. Este fue un hito importante en su vida, allí impulsó las voces de los jóvenes rurales, ellos empezaron sentir que podían opinar en escenarios públicos y acceder a oportunidades que solían estar fuera de su alcance por desconocimiento. Aprovechó este espacio para que se hablara mucho más de los temas y necesidades de las familias campesinas, las de su vereda y de las otras 23 que tiene el municipio de la Unión.

Cuando llegó el momento de que el Consejo juvenil eligiera a quien sería presidente o presidenta, recordó su primera elección en el colegio, casi cinco años antes. Se dio cuenta no solo de que la derrota le parecía lejana, también habían pasado tantas cosas desde entonces, que la veía con gratitud por todo lo que había aprendido con ella. El día de la nueva elección, fue elegida como la primera presidenta del Concejo Municipal de La Unión con 12 de 15 votos.

Con ayuda de todo el Consejo logró que las oportunidades para estudiar, trabajar o presentar proyectos, se conocieran en las veredas. Hicieron posible la creación de la Casa municipal de la Juventud y se hizo costumbre que los jóvenes fueran escuchados, valorados en escenarios como el Concejo Municipal o que las empresas empezaran a preguntarse por como ser «empresas jóvenes» y atractivas para ellos.

Yulieth cree en un dicho popular: «Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra», por eso su forma de cuidar la democracia es inspirar a otros jóvenes a participar y a hacer que las cosas pasen, sin importar la edad.

¿Cómo participas en las decisiones que se toman en tu comunidad?

#VotarEsCuidar no importa la edad.

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