Katherine Franco ha tenido desde siempre una obsesión: dejar que Franco, su hijo, decida quién quiere ser y cómo quiere expresarse, con libertad. Esta decisión pasa por permitir que explore los juegos y juguetes que desea sin pensar si son “para niños” o “para niñas”.
Mi hijo Franco tiene cuatro años y vivimos juntos en el municipio de Cisneros en el nordeste de Antioquia. Actualmente siento que lo educo en libertad; es decir, entre otras cosas, respeto desde su forma de vestir, hasta la elección de sus juguetes, permitiéndole jugar con ellos sin prevenciones.
Él es un niño muy activo y observador. Todo el tiempo se la pasa haciendo cosas diferentes. Llega a mi habitación con su guitarra y me dice que me va a dedicar una canción; o saca todos los juguetes de las canastas y nos ponemos a jugar juntos. De los juguetes que más le gustan son dos cocinitas.
No recuerdo el momento exacto en el que Franco empezó a pedirme juguetes que son considerados de niña. Solo recuerdo que un día entramos a una juguetería y él empezó a decirme que quería un juguete. Le dije: “listo, escoge uno que quieras” y él llegó con la cocina.
-Mi amor, ¿estás seguro?, le pregunté. –Sí, yo quiero cocinar, me respondió. -No hay problema entonces, y compramos la cocina.
Luego de la cocina quiso tener muñecas. Me dice que es el papá y les quiere cocinar. Nunca le vi problema. Franco ama su cocina. Hace poco le compré una nueva de varios colores. Es fucsia, amarilla y verde, él entonces comienza a “cocinar” y me trae arroz, me lleva el desayuno a la cama y sirve agua en un vaso diciendo que es jugo. Disfruta mucho jugar con ella.
En una navidad anterior, cuando todavía vivía con el papá de Franco, nuestro hijo nos pidió un coche y un bebé de juguete. Discutimos mucho acerca de regalárselo o no porque mi expareja decía que estos juguetes “eran de niña” y yo insistía en que debíamos dárselo porque no quería imponer tabúes o pensamientos a mi hijo.
Si él quería un coche y un bebé, ¿por qué no dejarlo expresarse y jugar con lo que se sintiera más cómodo?
Finalmente Franco no tuvo ese regalo aquella navidad. Fue desde la separación que pude empezar a criarlo con una mayor libertad.
También he recibido cuestionamientos por parte de mis papás y padres de otros niños o de amigos hacia este tipo de crianza, pero siempre les digo que yo soy la que decido cómo criarlo y qué enseñarle. Al principio estos reproches me generaban mucha impaciencia, pero poco a poco lo he aprendido a manejar y pienso que en mi caso concreto, he buscado informarme para lo que yo considero que es la mejor manera de educarlo. Para mí, esto significa enseñarle que él tiene poder de decisión y que puede elegir qué le gusta y qué no. Es una forma de respetarlo y de tenerlo en cuenta en las decisiones que tomamos.
Creo que todas las mamás y papás deberíamos promover la inclusión en todo: en los juegos, en las profesiones que quieran nuestros hijos o hijas… Eso es dejarlos crecer sin límites y sin tabúes. Yo siento que estoy criando un buen esposo, un buen papá, un buen hombre. Una buena persona.
Siento que todas las mamás deberíamos tener la valentía de dejar que nuestros hijos sean. Es solo eso: dejarlos ser.
¿Aceptas el reto?
Qué tan rápido puedes repetir estos trabalenguas:
Por desenredar el enredo que ayer enredé, hoy enredo el desenredo que ayer desenredé.
Juan tuvo un tubo y el tubo que tuvo se le rompió; para recuperar el tubo que tuvo, tuvo que comprar un tubo igual al tubo que tuvo.
La araña con maña amaña la caña, la araña con maña es una tacaña.
¿Cuándo fue la última vez que te permitiste jugar con algo que era considerado para el género contrario?
¿Jugamos? Sí. #Juguemos sin prejuicios.
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