Imagen Por encima de todo, el amor

David Escobar

Por encima de todo, el amor

Hagamos que en nuestra cultura se pueda hablar de amor y desamor en sus más amplias y diversas expresiones; dialoguemos de las emociones asociadas, de sexualidad y sensualidad, sin tabúes, miedos ni juicios.

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«El tiempo es como invertimos el amor». Zadie Smith

Tengo un pequeño grupo de amigos con los que hablo de lo que sea. Somos nerds pero aprendimos, con los años, a disfrutar la vida y a saborear su fruto más dulce: la amistad. Y las buenas amistades son, como muchos saben, una larga conversación. ¿De qué hablamos cuando nos reunimos? De todo y de nada, incluidos los temas tabúes, como la religión y la política, o los prohibidos por mi abuela, como la salud y la edad de la gente. En mi caso, disfruto tanto de estos encuentros que, cuando pasan varias semanas sin vernos, siento el vacío de quien ha pasado muchas horas sin comer o del que ha dejado pasar mucho tiempo entre una sesión de terapia sicológica y la siguiente.

Nuestras conversaciones son apasionantes. También abordamos temas como el trabajo y el romance; los hijos o el hecho de no haberlos tenido; los viajes y el hogar; los más agudos dolores del alma y las más sentidas alegrías; lo cotidiano y, también, desde luego, lo excepcional. Sin embargo, si alguien pudiera analizar nuestras conversaciones como se graban los partidos de fútbol y luego preguntara cuánto tiempo estuvo el balón en el campo del equipo local, diría que, ante todo, hablamos del amor y de su contraparte inseparable, el desamor. La necesidad de conversar con los amigos del alma, el sicólogo, el médico y la familia sobre el estado de nuestro corazón parece ser un rasgo central de nuestra humanidad.

Hace unas semanas, Comfama y la Alcaldía de Envigado, de la mano de varios aliados, celebramos nuestro Primer Festival de Filosofía «¿Qué será el amor?» en el centro cultural Otraparte; una decisión nada casual, porque allí se cuida el legado de quien fuera el gran pensador y filósofo antioqueño, Fernando González. La razón para hacer un festival de filosofía desde una caja de compensación es simple. En Comfama no compartimos la separación artificial según la cual la educación es importante y la cultura, su madre, su contenedor y su contenido, ocupan una segunda prioridad. El derecho a la cultura es tan importante, pensamos, como el derecho a la educación. Las preguntas sobre el amor, además, son algunas de las cuestiones filosóficas más antiguas de nuestra especie.

«El 80% de mis pacientes acuden por problemas de amor», dijo el terapeuta español Luis Muiño, invitado al encuentro. El enamoramiento, el amor y el duelo amoroso son esenciales cuando de salud mental se habla. Edgar Morin escribió, por su parte, que educar es, sobre todo, enseñar a vivir. ¿Qué sería de la vida sin amor? ¿Cómo lograr la felicidad si no aprendemos a amar bien y a desamar, cuando no haya otro camino, de la forma más sana posible?

Con esta revista queremos proponer que el amor, en todas sus formas, salga del clóset y se asiente en las conversaciones empresariales, sociales y familiares. Bien sea que se mire este particular, abrazador y desgarrador fenómeno como un asunto biológico, cultural, espiritual, social, poético o todas las anteriores, se trata de algo fundamental que hay que analizar, aprehender, comprender y aprender.

Nuestras historias de amor van más allá de lo humano; amor al mundo natural, a la familia, a las mascotas, a los amigos y a la vida misma. El amor es tan universal que todas las artes lo tienen entre sus temas preferidos. La música de amor y desamor está en el top de todos los ránquines. La poesía amorosa, en desuso por décadas, regresó con ímpetu gracias a las redes sociales, territorio tremendamente fértil para el verso. La literatura y el teatro no solo afrontan con belleza y profundidad esta vivencia esencial para la experiencia humana, sino que nos ayudan a comprenderla no solo desde lo teórico sino, con más contundencia, a partir de una perspectiva más sensible.

Queremos invitar a los colombianos a que, como humanos «aprendívoros» (aprovechando el término del antropólogo y filósofo español Santiago Beruete), sepamos que se puede, y se debe incluso, aprender a amar. Proponemos que nadie se quede rumiando y sufriendo indefinidamente una pena de amor. Además de los amigos, la familia, la música y los libros, podemos acudir a los sicólogos y a otros profesionales de la salud mental. Busquemos que las «tusas» no acaben con carreras ni familias; que los dolores y las dudas del amor no se resuelvan acudiendo al alcohol o las drogas. Las tribulaciones del amor nos pueden abrumar, todos lo hemos experimentado, pero jamás nos deberían destruir.

Conversemos del tema en las empresas; estemos preparados para acompañar estos momentos y estas preguntas, connaturales a la vida humana. Pensemos en cómo colegios y universidades incluyen en su experiencia y programas de bienestar la consejería amorosa y la educación sentimental. Hagamos que en nuestra cultura se pueda hablar de amor y desamor en sus más amplias y diversas expresiones; dialoguemos de las emociones asociadas, de sexualidad y sensualidad, sin tabúes, miedos ni juicios.

Esperamos que disfruten estas historias, entrevistas y reflexiones sobre un tema que debería ser parte de la conversación pública. «El amor es atender, sobre todo, al amor», escribió la filósofa Simón Veil. Conversemos más sobre el amor y el desamor, usemos como vehículos para ello a la literatura, las artes, la ciencia, la filosofía y, desde luego, los servicios de salud.

Comfama, como saben quienes nos conocen, pretende estar siempre cerca de los antioqueños en estos y en los demás avatares de la vida, en las buenas y en las no tan buenas, para escuchar, acompañar, apoyar y celebrar.

Las tribulaciones del amor nos pueden abrumar,

todos lo hemos experimentado, pero jamás nos deberían destruir.

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editorialseptiembre 2024amor
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La Revista Comfama es un medio de comunicación educativo, de circulación gratuita, que tiene como objetivo generar conversaciones sanas y constructivas que transmitan valores positivos a través del poder del ejemplo y las historias.