> El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo». Gustavo Adolfo Bécquer
Cuando estaba en primaria, enamorado de Stevenson, Salgari, Verne y Dumas, expresé mi deseo de ser escritor y mi papá me respondió de inmediato: «Eso puede ser tu hobbie pero debes estudiar algo más, algo de lo que puedas vivir». Terminando el bachillerato hicimos con unos compañeros del colegio una obra de teatro en la que me lucí; partiendo de una actuación muy básica terminé soltando y ganándome los aplausos de todo el colegio. Mi amigo Emilio, al ver mi rol como protagonista, me dijo: «Podrías ser actor». Le conté a mi mamá y me volteó los ojos: «¿Teatrero…?». Ese sería el fin de mi efímera carrera en las tablas. Una buena idea puede morir tan solo con un fruncido de cejas, leí alguna vez.
Varias décadas más tarde, monté una empresa de consultoría en los temas en los que había trabajado como empleado, que me apasionaban y creía que conocía con suficiente solvencia como educación, emprendimiento y desarrollo urbano. Estaba feliz con mi emprendimiento, fue difícil arrancar, pero al cabo de un par de años tenía varios consultores y un buen número de clientes. Incluso ganaba más que en cualquier cargo de los que había ocupado en el sector público.
Aun así, cuando le conté a un amigo de mi proyecto, su respuesta fue tajante: «La consultoría es el rebusque del profesional desempleado». Confieso que sentir que mi trabajo tenía tan poco reconocimiento social me bajó el ánimo. Al final, pasados unos años, por razones sobre todo vocacionales, volví al sector social y desistí de esa profesión. Pero quedé con la duda ¿podría haber sido esa mi carrera?
¿Qué tienen en común estas historias? ¿Por qué en ninguna de ellas me alentaron a seguir? Como escritor, hoy podría estar haciendo guiones de películas, escribiendo poesía, editando libros o enseñando literatura. Quizás no había futuro en la actuación y Hollywood no se perdió de nada conmigo, pero yo sí me perdí de explorar un camino para el que pude tener algún talento. Por otro lado, algunas de las organizaciones y personas que más admiro, son consultoras que movilizan agendas intelectuales y ayudan a transformar las más valiosas empresas y organizaciones públicas. En mi caso, nuestra cultura, a través de la familia y amigos, habló fuerte y claro: para los antioqueños, ni las letras ni el arte ni los servicios profesionales eran «verdaderos trabajos».
Quizá por la historia empresarial y económica de nuestra región y, al haber privilegiado la minería, después el comercio y más adelante la industria, apenas estamos comprendiendo que hay trabajo y riqueza más allá de las fábricas y los bancos. La realidad nos está demostrando que, si queremos ser una sociedad más desarrollada, será seguramente de la mano de las empresas del sector creativo.
Gracias al trabajo de Antioquia Emergente, que lideramos en Comfama con Breakthrough, Eafit y Proantioquia, y que pretende aportar ideas y proponer caminos para llevar nuestra economía al siguiente nivel, evidenciamos que estamos experimentando un boom de la economía basada en la creatividad. Antes era fundamental tener un capital y ser dueños de grandes activos, ese era el gran ‘case’ para montar un negocio. Ahora, en las llamadas empresas del conocimiento, no se trata tanto del capital financiero, de la tierra ni de las máquinas, sino de la fuerza arrolladora de la imaginación humana.
Por supuesto, no se trata de un fenómeno nuevo. Es algo que habían tenido claro las disqueras asentadas en la ciudad a mediados del siglo XX y los empresarios de la moda que, de la mano de Inexmoda, pusieron a Medellín en el mapa del mundo. Sin embargo, en esta tercera década del siglo XXI, el fenómeno parece ser mucho más potente, amplio y contundente.
La Medellín creativa no se puede confundir con el entretenimiento y las industrias creativas y culturales, contiene muchas más actividades y sectores. Incluye, desde luego, el arte, la música y el entretenimiento, pero llega mucho más lejos: abarca servicios de salud, consultoría de ingeniería y administrativa, las disciplinas del diseño, moda, el desarrollo de software, el turismo y los servicios de tecnología.
En Antioquia Emergente descubrimos cosas sorprendentes. Estas empresas, casi todas des ervicios, crecen mucho más que el promedio y están conectadas con el mundo de maneras que nunca antes imaginamos —con flujos de información, conocimiento y talento—. Pero, además, posibilitan empleos muy bien remunerados: solo el 16 % de las empresas en la industria creativa local crean casi el 30 % de los empleos con salarios mayores a cinco millones de pesos. Las empresas de la creatividad crean desarrollo, generan riqueza y promueven una clase media potente.
Ante este fenómeno y deseosos de nutrir las conversaciones de desarrollo social y económico, en Comfama decidimos hacer esta revista. Nuestra intención es aportar pedagogía y promover un reconocimiento a estas organizaciones y empresarios. Añoramos movilizar la cultura antioqueña hacia una celebración del potencial que alberga esta economía que emerge con tanta fuerza. Queremos, además, animar a emprendedores e inversionistas, a jóvenes y a familias, para que aprovechen esta ola de oportunidades.
La ciudad creativa es una realidad y cada vez crece más, su auge ocurre sin apoyo de las instituciones, pero si nos alineamos como sociedad, seguramente podemos sacarle mucho jugo y posibilidad.
En Comfama queremos que los empresarios valoren cada vez más el poder de la imaginación para crear empresas, generar desarrollo económico y como factor de enriquecimiento de la conversación social y gremial. Esperamos que los jóvenes vean en la capital creativa posibilidades de estudio y de carrera para realizar sus sueños. Nos ilusiona también pensar que las instituciones públicas, las cámaras de comercio, las cajas de compensación y otros actores sociales podamos alinearnos con estas oportunidades para hacer posible el capital humano y físico requerido, y así ayudar a que las aprovechemos al máximo.
No somos ciegos a los desafíos que esta nueva economía propone. El crecimiento del turismo, para mencionar el ejemplo más notorio, plantea retos culturales, territoriales, económicos y sociales de gran magnitud. Sin embargo, si nos organizamos para afrontar los retos, sin asustarnos y sin negar la realidad, podemos no solo mitigarlos sino ponerlos a jugar a nuestro favor. Siempre será mejor ver lo que sucede que ignorarlo, canalizar las energías que contenerlas, aprovechar las oportunidades que temerlas.
Por eso esta revista, que hemos hecho con cariño y gratitud para cerrar el 2023, ofrece relatos de posibilidad, practica la pedagogía y señala caminos. Como siempre, más que proponer respuestas, contamos historias y planteamos preguntas. Esperamos que sean muchas las conversaciones en mesas de junta o de comedor. Nuestro interés y compromiso es ser parte de la construcción del futuro, de la generación de oportunidades de alto impacto social y económico, de acompañar a Antioquia y a los antioqueños para que seamos una región orgullosa de sus logros, conectada con el mundo, con un tejido cultural, un desarrollo social y un sector empresarial inigualables.
La ciudad creativa es una realidad
y cada vez crece más, su auge ocurre sin apoyo de las instituciones, pero si nos alineamos como sociedad, seguramente podemos sacarle mucho jugo y posibilidad.
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La Revista Comfama es un medio de comunicación educativo, de circulación gratuita, que tiene como objetivo generar conversaciones sanas y constructivas que transmitan valores positivos a través del poder del ejemplo y las historias.