“La paz comienza con una sonrisa” Madre Teresa
Quiero empezar este texto contando algo personal. Tengo un solo hermano al que quiero y respeto. Quienes nos conocen desde siempre, pueden decir que nuestra relación cuando niños era de “enemigos mortales”. Teníamos muchas discusiones y hasta riñas… Por supuesto que no siento orgullo al compartir esto, pero supongo que es parte del proceso de crecer. Incluso, un psicólogo me dijo una vez que es completamente normal que dos hermanos, especialmente en la infancia, tengan conflictos, pues estos nacen de un espíritu natural de competencia y emulación permanente. Lo bonito de estos conflictos y discusiones —que seguirán existiendo siempre (solo verbales, por supuesto), ya que mi hermano y yo tenemos caracteres, intereses y estilos de vida diferentes— es que siempre terminaban y seguirán terminando con un gesto de amor y una expresión familiar, cariñosa, de “hacer las paces” y “darnos la mano como hermanos”.
Diariamente doy gracias de haber tenido la oportunidad de crecer en una casa donde me enseñaron que la palabra paz (o paces, en plural), no se refiere a la ausencia de conflictos, sino a la posibilidad de manejarlos de manera pacífica, mediante el diálogo. Pues bien, eso es lo que queremos hacer en Comfama: ser un espacio que facilite el diálogo, el encuentro y la convivencia.
Cada semana pasan por nuestras sedes y servicios más de veinte mil personas que disfrutan de las oportunidades en recreación, salud, educación, cultura, vivienda, turismo, etcétera. En estos espacios suceden cosas maravillosas, muchas “historias de felicidad”, como las llamamos nosotros. Como he dicho en editoriales anteriores, son historias de vida en las que la solidaridad, la felicidad y la inclusión social son protagonistas. Sin embargo, también tenemos problemas, que para algunos no son más que el reflejo de la sociedad antioqueña y colombiana; hay conflictos que a veces nos da trabajo manejar, internos, entre los afiliados o de usuarios con empleados de Comfama. Cosas “normales” que hoy queremos ver como situaciones a mejorar, desde la Caja, por la paz verdadera, la que comienza en la comunidad.
Una persona que se cansa de esperar en un centro de salud y agrede a la enfermera o a la persona que la atiende. Una pareja con problemas conyugales que pelea en un parque recreativo. Un vigilante que, pretendiendo evitar la violencia, expulsa de una sede a una familia que discute acaloradamente y parece que llegará a las manos. Esto pasa poco, estadísticamente casi nunca, para tantos miles de interacciones, pero cada que sucede nos duele y nos desafía.
¿Qué tal si empezamos a pensar que estos eventos no son de ninguna manera “normales”?
La propuesta es simple y va dirigida a los dos millones y medio de personas que hacemos parte de la comunidad Comfama: empleados directos y de empresas que le prestan servicios a la Caja, afiliados, usuarios, beneficiarios. A todos los invitamos a recordar esa simple lección de la Madre Teresa: “La paz comienza con una sonrisa”, y volver a la infancia con esa contundente y sana lógica de conversar para resolver el conflicto, hacer acuerdos, cumplirlos e invitarnos a “hacer las paces” cada día.
Más allá de lo político y los asuntos del Gobierno, quiero proponerles que no nos quedemos esperando una PAZ grande, ajena y estatal, donde seamos actores pasivos o simples receptores de decisiones tomadas lejos de nosotros.
Es por eso que dentro de nuestra reflexión sobre el papel de una Caja de Compensación en este momento histórico de Colombia, aparecen como prioritarias las acciones que desarrollaremos alrededor de estos frentes de trabajo: el compromiso institucional con mejorar cada día nuestro servicio para que sea amoroso sin paternalismo; la cultura ciudadana en nuestros espacios; y la formación masiva en la resolución pacífica de conflictos en la familia y la comunidad.
Será con hechos, inversiones y programas como haremos nuestra contribución para que el papel de una organización como la nuestra en el pos acuerdo trascienda, como dice un consejero de la Caja, la “abrazoterapia”. Esto, sumado al desarrollo de la siguiente fase de un programa de ruralidad, del que hablaré en una próxima oportunidad, en el que estamos poniendo todo el entusiasmo para incrementar nuestra presencia en los municipios de Antioquia con más y mejores servicios y alianzas sociales que promuevan el desarrollo territorial.
Finalmente, los invito de nuevo para que cuando veamos una familia peleando, una persona furiosa porque no ha recibido lo que espera en un centro de salud o sede, o cualquier gesto de violencia que parece “normal”, acudamos a la sonrisa como instrumento de paz y al viejo truco de “hablemos, hagamos acuerdos y hagamos las paces”.
En Comfama creemos en la paz, sabemos que nuestro aporte, tranquilo y sin protagonismos, será en el territorio, con la familia y con los empleadores, para que nos alineemos desde lo privado y lo social en la construcción diaria, paciente y progresiva de una mejor ciudadanía, para que un día nos demos cuenta de que somos una sociedad moderna y pacífica, de tanto repetir ese poderoso gesto de “hacer las paces”.
La propuesta es simple y va dirigida a los dos millones y medio de personas que hacemos parte de la comunidad Comfama:
empleados directos y de em¬presas que le prestan servicios a la Ca¬ja, afiliados, usuarios, beneficiarios
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David EscobarEditorialSuscríbete a nuestro boletín y mantente actualizado.
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