Imagen Editorial conversaciones familiares

David Escobar

Conversaciones familiares

La familia cambia, pero, en todo caso, algo esencial permanece.

Te tomará unos 4 minutos leer este artículo

«La familia es una reunión de toda la vida» Jorge Iván Soto, 8 años La casa de las estrellas, de Javier Naranjo.

Sonó el teléfono. «¿Aló?», dijo Juan Gabriel. Hubo un silencio mientras oía lo que le decían al otro lado de la línea y colgó. Inmediatamente llamó a mi mamá: «Ticito, ¡vení!». Nos pidieron salirnos del cuarto y se sentaron al borde de la cama con un cuaderno a hacer cuentas. Al cabo de un rato nos llamaron a mi hermano y a mí. «¿Quieren que nos vayamos a vivir a nuestra casa?».

Hacía unos años, mis papás habían construido la casa de sus sueños, con cuarto para cada uno, biblioteca y jardín. Ladrillo encima de ladrillo, teja detrás de teja, buena parte de ellas llevadas en la maleta de nuestro Renault 6. Desde los planos, dibujados parcialmente por mi papá con ayuda de un arquitecto amigo, hasta los árboles, guayacanes, urapanes, almendros, limones y naranjos, todo fue un proyecto familiar. Cuando la terminaron, no nos daba el presupuesto para irnos a vivir allá. Tuvimos que alquilarla y con esa plata pagábamos la deuda hipotecaria y parte del arriendo de la casa en la que habíamos crecido durante los primeros años de la infancia. Así estuvo por varios años, arrendada a gente que no la cuidaba ni la valoraba como nosotros.

«Los inquilinos se van y acabamos de revisar nuestro presupuesto familiar; si ahorramos mucho, podremos vivir en ella. Hay que pintarla y hacerle algunos arreglos, pero los haremos nosotros mismos. ¿Ustedes dos, como hijos, nos ayudarían con el plan de ahorro?, nos toca apretarnos a todos. ¿La cuidamos juntos?». Esa noche cerramos un compromiso de la familia Escobar Arango y a la semana siguiente hicimos el trasteo.

Vivimos en ese lugar hasta poco después de la muerte de mi papá. Fue la sede de encuentros familiares, juegos infantiles y reuniones de amigos. La casa de «los yarumos» fue la casa de nuestros sueños hechos realidad.

La familia colombiana ha cambiado radicalmente en las últimas décadas. No solo en tamaño y dinámica sino en valores y formas. Cuando Comfama, una caja de compensación familiar, fue creada, lo que entendía Antioquia por familia estaba asociado culturalmente a la llamada familia nuclear biparental, la mayoría de las veces con un gran número de hijos (a comienzos de los años 50 del siglo pasado, el 60% de las familias antioqueñas tenía más de 3 hijos ¡y el 30% tenía más de cinco!).

Luego, como institución, vimos a las familias monoparentales, comprendimos los desafíos de las madres que, la mayoría de las veces, las lideran y sacan adelante a puro pulso. Más tarde, entendimos a las familias extendidas, aquellas en las que abuelos, yernos, cuñadas, hijos y nietos ocupan un mismo espacio físico. Con los años, tuvimos en mente, en buena hora, a las familias diversas; abrazamos las tribus de amigos que se sienten familia; comprendimos a las mascotas como miembros de la familia y, recientemente, hemos acogido con determinación a las familias unipersonales, que hoy son, aproximadamente, el 20% de la población antioqueña.

Según la Encuesta Mundial de Valores, en su versión colombiana, los valores familiares han tenido, también, una revolución profunda. Hace treinta años, las familias educaban preeminentemente en la religión y los valores tradicionales; ahora educan en la tolerancia, el ahorro, el trabajo y el cuidado del medio ambiente.

La familia cambia, pero, en todo caso, algo esencial permanece. Su significancia, como espacio de crecimiento y aprendizaje, de desafío y acogida, permanece intacta. No todas las familias son buenas ni todas funcionan adecuadamente, pero cuando lo logran, generan un valor incalculable para cada uno de sus miembros. Tampoco puede la familia asumir la carga de la solución de todos nuestros problemas. Es tan solo uno, el primero y no el último, de los grupos de los que haremos parte, una de las muchas comunidades que compondremos.

Hace unos días decíamos en nuestras vallas de las carreteras de la región: la familia es nuestra primera red social. Una familia funcional, además, es un espacio de sanación, donde nuestras lágrimas son recogidas con amor y sin juicios; también es un escenario de progreso, donde nuestros proyectos son acompañados con energía y entusiasmo.

Por eso hacemos esta edición. No para defender a la familia tradicional ni tampoco, esta vez al menos, para resaltar la diversidad de sus formas actuales. En esta ocasión queremos proponer reflexiones y conversaciones en empresas, hogares y comunidades sobre cómo intervenir ese espacio de vínculos, sean biológicos, civiles, emocionales o culturales, con buenas y sanas conversaciones. Las familias, como las empresas, son lo que conversan.

Una buena pregunta en la sala de la casa o la mesa del comedor a veces define el curso de nuestra existencia. ¿Qué estudiar? ¿Dónde vivir? ¿Cómo actuar frente a una enfermedad? Las buenas conversaciones hacen de la familia una escuela formadora de seres íntegros, felices y buenos ciudadanos. El sexo, la política, la economía, el trabajo, la empresa y hasta las vacaciones son temas fabulosos para el diálogo hogareño.

Ante los problemas, podemos acudir a la familia por auxilio y desahogo. Cuando tenemos penas de amor o surge el miedo ante los desafíos que nos plantea la vida, en la familia tenemos un refugio sanador. Frente a nuestros sueños y proyectos desde los más pequeños hasta los más ambiciosos, la mano de la familia nos acompañará firme y dispuesta.

Esperamos, finalmente, que esta Revista anime a las familias, cuando se vean reflejadas en estas historias y testimonios, a repensar tanto los contenidos como las formas de sus conversaciones. Celebremos las formas de la familia, su evolución y su valor perenne; aportemos a la nuestra la mejor energía, asumamos con paciencia sus disfunciones, absolutamente naturales. Digamos hoy, como dijo Comfama durante décadas: «¡Todo por la familia!».

Las buenas conversaciones

hacen de la familia una escuela formadora de seres íntegros, felices y buenos ciudadanos.

Etiquetas:

EditorialJunio 2024conversaciones familiares
Únete al grupo de conversación.Únete al grupo de conversación.

Suscríbete a nuestro boletín y mantente actualizado.

He leído y acepto los términos y condiciones

La Revista Comfama es un medio de comunicación educativo, de circulación gratuita, que tiene como objetivo generar conversaciones sanas y constructivas que transmitan valores positivos a través del poder del ejemplo y las historias.