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Este es un fragmento de la vida de Emiliana* y es parte del día a día de innumerables familias del barrio Bello Oriente en Medellín, quienes sin saber qué es regeneración, hacen de ella su medio de vida.

Está amaneciendo. Lo sabe porque los pollos se esfuerzan más por cantar. Se levanta y, aunque sigue oscuro, no prende las luces. No es necesario porque conoce cada rincón de su casa y también porque debe ahorrar energía. La que usa es prepagada y este mes le alcanzó para comprar $50000 pesos. Se mueve por su casa como si flotara también para no despertar a Yeison, su hijo.  

Cuando aclara el día, le da de comer a los pollos y aprovecha para recoger la gallinaza con la que abonará su huerta, ese es su lugar preferido de la casa, un pedacito de tierra está surcado por maíz, chachafruto, granadilla, tomates, lulo, plátanos, romero, limoncillo, mandarinas, lechugas, cebollas que se entremezclan con otras plantas que han brotado de las semillas que a veces se encuentra. Algunos de estos alimentos podrán ser la comida de hoy, otros se podrán vender o intercambiar con los vecinos. 

Hace un rato Yeison se despertó y está trabajando en la huerta. Antes, estudiaba en la escuela del barrio, pero este año no alcanzó cupo. Emiliana lo lleva entonces donde otra vecina cuya hija tampoco alcanzó y a ambos les enseña algunas cosas básicas que conoce, a cambio de algunos productos de la huerta. Un trueque de alimentos por educación.  

Esta huerta es el recuerdo de su antigua vida campesina, de cuando vivía con su familia en una vereda de Dabeiba, al occidente de Antioquia, antes de ser desplazados por el conflicto. Hace 17 años llegó a Medellín buscando una mejor vida y la encontró en Bello Oriente.  

El barrio es llamado “la montaña que siente” y aquí construyó, con su pareja de entonces, la casa en la que vive ahora. Empezó a construirla con tablas, sarán (tela de construcción) y partes recicladas. Hoy su casa es de ladrillos y la mejora cada día.  

De repente, comienza a llover. Parece que dentro llueve igual que afuera porque el techo todavía no está terminado. Sin embargo, es el momento para recoger la lluvia en todos los recipientes disponibles para aprovecharla luego en las funciones de la casa.  

Los días de Emiliana, como de otras familias en Bello Oriente, transcurren en medio de la regeneración cotidiana, así nunca hayan escuchado de qué se trata. Acciones como cultivar parte del alimento diario; un gasto racional de la energía; recolección de aguas lluvias; aprovechar residuos orgánicos para el abono de la tierra; reciclaje de los objetos; el trueque e intercambios y relaciones solidarias con vecinos.  

Por esto, querido lector, vale la pena preguntarnos, ¿si Emiliana practica la cultura regenerativa para suplir sus necesidades más básicas, podríamos hacerlo nosotros que tenemos la posibilidad de elegirlo? 

Este es un testimonio de vida de lo que hemos presenciado y conversado en Urbam (Centro de Estudios Urbanos y Ambientales) de la Universidad EAFIT, por medio de un ejercicio propuesto por nuestro amigo y docente Josep Bohigas denominado “Técnicos de Cabecera” para desarrollar entre la Maestría de Procesos Urbanos y Ambientales, el Pregrado de Diseño Urbano y Gestión del Hábitat y los habitantes de Bello Oriente.

#QueVivaLoVivo es aportar a la regeneración desde mi lugar

¿Qué haces día a día para regenerar el planeta?

Diario de prácticas regenerativas 

Solo tenemos un planeta, por eso te invitamos a completar el siguiente cuadro de prácticas regenerativas para que, con pequeños, pero frecuentes acciones, adoptes nuevos hábitos que respeten lo vivo y preserven la casa de todos.  

Asume este reto de 21 días realizando prácticas regenerativas marca “x” por cada día en que lo lograste.  

  1. Planta (y cuida) una huerta en casa. Puedes cultivar plantas aromáticas o condimentos e incluso hacer rebrotar algunos vegetales.  

  2. Cultiva o compra alimentos orgánicos. Con tu compra apoyas una forma de producción que genera menos impacto al planeta y se reconcilia con la naturaleza. 

  3. Ahorra y reutiliza el agua. Bañarte durante el tiempo que dure una canción, cerrar la llave mientras te enjabonas y aprovechar el agua de la lavadora para limpiar, son algunas opciones. 

  4. Haz tu compostera casera. Reúne las cáscaras y los residuos de frutas, verduras junto a los del jardín; y realiza abono con ellos, así se transforman en vida. 

  5. Fomenta la vida de bichos imprescindibles. Siembra y cuida margaritas, menta, rosas, siemprevivas y otras plantas que atraen insectos polinizadores. 

Urbam – Centro de Estudios Urbanos y Ambientales – Universidad EAFIT  

Juliana Montoya. Jefa del Pregrado de Diseño Urbano y Gestión del Hábitat. jmonto93@eafit.edu.co   

Juliana Gómez. Coordinadora académica de la Maestría en Procesos Urbanos y Ambientales. jgomez5@eafit.edu.co

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HistoriasEditorialRegeneraciónSostenibilidadCulturas regenerativasDesarrollo territorialCuidado
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