Si el cuidado no se aborda de forma planificada, colectiva y con garantías de sustento y descanso puede que en vez de un enfermo en la familia se tengan dos.
Margarita Ochoa, la hija menor de su familia, tenía 35 años cuando su madre fue diagnosticada con cáncer de endometrio. Aunque su hermano mayor es - taba presente, fue ella quien asumió la mayor parte del cuidado. Margarita se encargaba de cambiar pañales, acompañar a su madre a urgencias, memo - rizar su historial clínico y manejar la lista interminable de medicamentos. Todo esto, mientras intentaba mantener su trabajo como diseñadora gráfica en un periódico de Medellín, lo que hacía casi imposible encontrar tiempo para sí misma.
La rutina diaria de Margarita era extenuante:
-5:30 a.m. despertaba.
-6:00 a.m. preparaba el almuerzo.
-8:00 a.m. bañaba y dejaba lista a la mamá.
-9:00 a.m. salía hacia su trabajo.
-7:30 p.m. llegaba a la casa a dormir o al hospital cuando era necesario.
Con el paso de los meses Margarita comenzó a experimentar las consecuencias del cuidado intensivo: ansiedad, depresión, intensos dolores de espalda y bruxismo.
Según la psicóloga Ana María Zuluaga Lotero, cuando una persona de la familia asume el rol de cuidadora, a me - nudo se subestima el impacto que esto tiene en su salud fí - sica y mental. «La mayoría de las veces son mujeres quienes asumen esta responsabilidad, y su deterioro emocional suele pasar desapercibido, esto requiere empatía, compromiso y presencia constante». Explica Ana María Zuluaga. El 2018 fue quizás el año más difícil para Margarita. Su madre ya no podía subir las escaleras del apartamento, así que ambas se mudaron temporalmente al hogar de su hermano. Esos cambios de sitio y rutina la hicieron sentir cansada y desbordada.
Al mes y medio de vivir en el apartamento de su hermano, el 17 de febrero, un sábado, su madre fue hospitalizada en el Hospital Pablo Tobón Uribe, y solo dos días después, falleció.
La realidad de Margarita no es única. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la mayor parte del trabajo de cuidado en el mundo es realizado por personas no remuneradas, en su mayoría mujeres.
En Colombia, las mujeres dedican en promedio 7 horas y 14 minutos al día a este trabajo no remunerado, casi el doble que los hombres, quienes destinan alrededor de 3 horas y 25 minutos. Tras la partida de su mamá, Margarita volvió a vivir con su padre, quien este mes cumple 80 años. Ahora, lo acompaña semanalmente en la gestión de facturas y otros asuntos domésticos.
Al hacer una mirada retrospectiva de todo lo que vivió con su mamá, Margarita cree que es importante poner límites consigo misma y con la familia, hablar del cuidado para que quien lo ejerza no padezca los dolores físicos y emocionales que vivió, porque creemos que ese momento de cuidar a padres y a madres nunca llegará. Hace cinco años va a terapia psicológica, trata de comer bien y asiste a actividades recreativas y de ocio.
¿Cómo conversan acerca del cuidado en tu familia?
¿Quién cuida a la cuidadora?
«¿Quién cuida del cuidador? En mi caso, nadie. Uno cree que no necesita cuidado, pero creo que es la persona que más lo requiere. Durante el tiempo que cuidé de mi mamá, no recibí ningún tipo de apoyo». — Margarita Ochoa.
Etiquetas:
cuidadocuidadorasalud enfermedadmargaritaSuscríbete a nuestro boletín y mantente actualizado.
La Revista Comfama es un medio de comunicación educativo, de circulación gratuita, que tiene como objetivo generar conversaciones sanas y constructivas que transmitan valores positivos a través del poder del ejemplo y las historias.