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Cuando aprendiste a montar en bicicleta tus cuidadores confiaban en que te caerías, levantarías y, al final, lo lograrías. Algo así pasa con los niños y las niñas, quienes para ser autónomos necesitan explorar el mundo por su propia cuenta.

Anabel Hernández es psicóloga clínica, especialista en Infancia y Adolescencia, y nos habla del movimiento libre, una práctica que implementa con su hijo Alejandro y ahora la promueve como un método para fomentar la autonomía de los niños durante la primera infancia. 

¿Qué necesitan los niños y niñas para empezar a descubrir el mundo por sí mismos?   

Necesitan, primero, confianza de los adultos en su potencialidad, en que son seres sabios, llenos de ideas, iniciativa y voluntad, en que no hay mucho para enseñarles, sino que somos acompañantes de sus procesos.  

Segundo, un entorno seguro, en el que los cuidadores dispongamos un espacio que no les genere riesgos. Tercero, la libertad de movimiento, porque a través de ella nos manifiestan sus necesidades y sus deseos cuando aún no pueden verbalizarlos. Los niños y niñas necesitan presencia permanente del adulto, pero no dirección ni intervención para desplazarse o llevar a cabo sus ideas.   

 

¿Cómo implementas la pedagogía del movimiento libre con tu hijo?   

Desde bebé, Alejandro siempre ha usado ropa cómoda que le permite moverse con soltura. En su etapa de bebé no usaba manoplas, medias, ni zapatos, con el objetivo de que pudiera reconocer y disfrutar su propio cuerpo, además de poder desarrollarse de manera más segura, pues los pies descubiertos permiten mejores agarres, mayor equilibrio y menos caídas.   

Mi casa es un espacio que no está lleno de limitaciones, sino de posibilidades para él. En lugar de estarle diciendo que no se monte ahí, que no haga, que no toque, le proporciono otras opciones para resolver y acompañar su necesidad. Por ejemplo, le encanta, como a muchos niños, saltar en los muebles, entonces tenemos un colchón específico para que pueda jugar y evite hacerlo en nuestra cama o en el sofá.   

¿Qué hábitos para la vida cultivan el movimiento libre?   

Movimiento libre es pensamiento libre. Los niños que han experimentado que pueden explorar el mundo sin limitaciones externas reconocen que sus sensaciones, movimientos y reacciones son válidas. Eso les abre las puertas a cuestionar, escucharse y creer en ellos mismos, poner límites cuando sea necesario y tomar decisiones sin necesidad de responder a las expectativas de otras personas.   

El movimiento libre fomenta la autonomía, que los niños puedan hacer cosas por sus propios medios, pero que también puedan pedir ayuda. 

¿Qué es el movimiento libre en los niños y las niñas?  

Es una mirada de respeto y confianza. Fomenta la capacidad de seguir la propia guía, escucharse a sí mismo, conocer plenamente hasta dónde se puede llegar, identificar las posibilidades y las limitaciones.   

 

Como adulto, ¿qué hago? 

Si quieres implementar el movimiento libre en la primera infancia: 

  • Anticípale cada acción en la que va a participar, por ejemplo, cargarle, cambiarle o bañarle.  

  • Nombra y valida sus emociones sin juzgar sus acciones.  

  • Proponle opciones alternativas, en vez de prohibir.  

  • Despréndete de tus expectativas frente a los hitos de desarrollo como voltearse, gatear, caminar o hablar.   

  • Dale pocos juguetes y mejor del tamaño de su mano, para que tengan dominio de los objetos con los que interactúan.  

  • Adecúa espacios sin muchos objetos, colores y texturas, que les permitan explorar por sí mismos.  

  • Prioriza la ropa cómoda, que les permita moverse, y los pies descalzos, que facilitan el agarre, el equilibrio y la seguridad mientras exploran.

#ParaLosNiñosyNiñas... confianza

¿Cómo les demuestras a los niños que confías en ellos?

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