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Es un día de fiesta, otro clásico se avecina. Camilo Quiroz y Melisa Torres dejan todo listo en casa para gozarse el partido. Llegan al estadio cogidos de la mano y antes de ingresar se despiden cariñosamente, Camilo se sentará, vestido de rojo, al lado de sus amigos de barra, y Melisa, de verde, estará con sus primas y su hermano. La razón: son hinchas de distintos equipos.

Termina el partido y se encuentran nuevamente para volver a casa, comentan los mejores momentos, los cambios de jugadores, las faltas y los goles. Uno celebra la victoria, el otro no, pero lo acompaña, y cuando llegan a su hogar simplemente vuelven a ser la misma pareja que lleva junta casi tres años y que comparte un proyecto de vida.

Se conocieron en el ámbito laboral y poco a poco su relación fue avanzando, incluso ambos cuentan entre risas que el único “defecto” que se vieron fue que fueran hinchas del equipo rival. “El tema es de aceptación, de saber que si la otra persona siente ese amor tan grande por su equipo, uno lo debe respetar. El amor nos unió y el fútbol no nos va a separar!”, dice Melisa. Camilo coincide con ella y explica que “la paciencia, el respeto y el amor son las claves para la buena convivencia”.

Más allá de la competencia

Y como la afición por este deporte hace parte del ADN de ambos, cada uno lo vive y siente a su manera. “El fútbol une personas, une familias, une sentimientos, y produce cosas muy bonitas como el hecho de uno celebrar un gol y de abrazarse con alguien que no conoce. ¡Esa sensación es muy bacana!”, cuenta Melisa.

Con el fútbol como excusa, Camilo ha podido conocer muchas ciudades de Colombia apoyando al DIM, ese equipo que sigue a donde vaya cada vez que puede. Acompañar a su equipo hace parte de sus propósitos y quiere que las nuevas generaciones de aficionados sientan el mismo amor que él siente, de una manera sana y responsable.

Por eso un clásico entre verdes y rojos no es un problema para ellos, es simplemente la oportunidad que tiene cada uno de ver jugar a su equipo favorito compartiendo desde el mismo lugar, y porque además en este hogar el fútbol, la paz y la felicidad van de la mano.

Una herencia familiar

El fútbol, para mí, es una de las partes más importantes en mi vida”. Siendo único hijo y desde muy niño, Camilo fue contagiado con el amor por el Independiente Medellín. Raúl, su papá, y Luis, su abuelo –quien militó en las barras antiguas de este equipo– le trasmitieron la pasión por el rojo.

Una elección natural

La primera vez que Melisa acudió al estadio fue en compañía de Luz Fabiola, su mamá, y su hermano menor, Juan Manuel. Para ella, elegir su equipo favorito fue algo natural: “En mi casa, mi mamá y mis tíos nos inculcaron el amor por el Nacional, y las nuevas generaciones de mi familia nos convertimos en hinchas del verde”.

Buena idea

La tolerancia y el respeto son el camino hacia la buena convivencia, y los parques y las sedes Comfama son espacios de encuentro en los que se aprende a vivir en comunidad.

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