María Rosa vio cómo su abuelo, su superhéroe, perdía sus poderes cuando enfermó de Párkinson. Como él, muchos otros en el mundo estaban solos y tristes a causa de la pandemia, por eso, María Rosa creó una plataforma para que estén acompañados.
En 1985, en un quirófano de Medellín, Alberto Villegas realizó el primer trasplante de corazón en Colombia, un hito para la historia de la medicina del país y para la familia de Antonio Yepes el primer trasplantado. Años después, cuando María Rosa conoció esta historia, Alberto, su abuelo, se convirtió en un superhéroe.
Sin embargo, y con el paso de los años, le tocó ver cómo los superpoderes de su abuelo empezaban a desaparecer. Tenía Párkinson, dejó de ser autónomo, dependía de las otras personas para moverse y tenía problemas para respirar. Tuvo que quedarse recluido en casa; con el tiempo, perdió la curiosidad de aprender y luego las ganas de vivir.
Alberto tenía suerte y lo cuidaban dos empleadas remuneradas del hogar y su esposa; quien con los años también desarrolló demencia. Ambos fueron golpes demoledores para María Rosa, la situación le produjo angustia y pensamientos repetitivos, si a su abuelo siendo un superhéroe, lo habían vencido las enfermedades, la tristeza y la soledad ¿qué podrían esperar otros ancianos en el mundo?
La situación no mejoró, de hecho, se fue a pique. Llegó la pandemia y en los noticieros y en las redes sociales María Rosa empezó a ver reportes de adultos mayores deprimidos por la soledad, algunos casi que abandonados. Pasaron meses así y aunque el control de la pandemia permitió flexibilizar algunos cuidados, los ancianos seguían encerrados, acumulando meses sin ver a sus familiares porque no sabían hacer una videollamada y porque el peligro, para esta población seguía latente.
María Rosa no pudo más y decidió buscar una solución. Su hermano trabajaba en una empresa llamada Taurus Capital donde tenían abierta una convocatoria para estudiantes universitarios que propusieran emprendimientos escalables para resolver alguna necesidad.
Postuló su idea: quería crear una plataforma que les permitiera a personas jóvenes como ella, que se preocupaban por los mayores, conectarse con los ancianos que estaban solos y necesitaban compañía o ayuda. Su invento se llamó Compi.
Compi inició con dos participantes, María Rosa y Adelaida, su socia. Hoy son 63 compis entre Medellín y Bogotá. El desarrollo tomó tres años y Alberto, además de ser el sujeto de pruebas, fue su primer cliente. El rumor se regó fácil y María Rosa reclutó a jóvenes que querían, voluntariamente, ser profes de tecnología, para asistirlos en sus necesidades prácticas, de compañía y también emocionales. Entre ellos se denominan “casi nietos, para casi todo”.
Por ejemplo, a Alberto, su compi, le enseñó a usar Zoom para que pudieran conversar; Adolfo empezó a sentirse menos solo cuando con su compi destinó todos los martes para leer un libro y para Ligia es más fácil realizar tareas cotidianas cuando tiene con quién ir al banco.
Compi se enfoca en tres pilares: asistencia emocional, tecnológica y acompañamiento en trámites y diligencias cotidianas. Luego de dos años, esta empresa antioqueña ya cuenta con un comité asesor integrado por empresas de inversiones alternativas y en e-commerce, aliados en economía del cuidado y expertos en contenido.
En 2021 acompañó a 117 personas y familias, con 294 horas de asistencia tecnológica, 75 horas de apoyo en trámites y 156 horas de acompañamiento. El cuidado puede ser innovador, además de representar una fuente de ingresos.
10 millones, se espera que sea la cifra de personas mayores de 60 años en Colombia para el 2031.
¿Quién cuida a los plenarios de tu familia? ¿Cómo se reconoce este trabajo?
El cuidado #Estrabajo y puede ser rentable
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