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¿Qué papel cumple la conversación en la construcción de confianza? Hablamos con Claudia Restrepo, rectora de EAFIT, alrededor de Tenemos que Hablar Colombia, una estrategia de conversación colectiva.  

5 mil personas en diferentes regiones de Colombia, y colombianos en el exterior, conversaron sobre qué cambiar, mejorar y mantener en el país.  

60% de las personas se sintieron más confiados tras la conversación con desconocidos. 

Más de 400 niños, niñas y adolescentes participaron en las conversaciones; priorizaron cuidar la alegría, la biodiversidad y la paz. 

Más de 60% personas que conversaron, eligieron cambiar algo, por encima de mantener o mejorar. 

Seis universidades de todo el país —EAFIT, Nacional de Colombia, Los Andes, Valle, Norte e Industrial de Santander— apoyadas por Sura y la Fundación Ideas para la Paz, se unieron con el propósito de adelantar una gran conversación nacional, que sirvieran de insumo para las elecciones del 2022. 

Fueron más de 1.400 conversaciones con 5.159 personas de todas las regiones del país y colombianos en el exterior. Estos fueron algunos de los aprendizajes de esta gran conversación.  

¿Qué papel cumple la confianza antes y después de esta conversación colectiva que han promovido?  

Hay algo que me gusta tener en la cabeza, y en la Universidad lo hemos estudiado, y es entender la confianza como un fenómeno de gestión de la vulnerabilidad. Es decir, sólo confío en las personas a las que soy capaz de entregarles mi fragilidad. Hay que admitir algo de fragilidad cuando le entrego mi confianza a otra persona.  

Por eso, en el transcurso de la conversación, se teje una relación distinta con el otro. Llegas con miedo, pero en ese camino encuentras que el otro es más parecido de lo que crees, que tienen más cosas en común que las que los distancian. Esto fortalece la confianza porque terminamos siendo capaces de entregar un poquito de nuestra vulnerabilidad al otro.  

¿Por qué conversar con confianza le permitió a Tenemos que Hablar Colombia, concluir entonces que estamos más tristes que enojados?  

Tenemos que Hablar fue un amplio reflejo de los colombianos frente al tema de la cultura política. En gran parte, por eso prevalece la tristeza. Uno siente rabia cuando tiene alguien a quién culpar, cuando uno no hace parte. Pero cuando siento que hago parte de quienes fallaron, es más la tristeza.  

En las respuestas aparece eso claramente: uno de los personajes encargados de liderar el cambio es la misma sociedad, la comunidad. Los colombianos no estamos tan abstraídos del problema, lo que pasa es que queremos cambio, pero en últimas votamos por los mismos. En eso los resultados de las conversaciones son contundentes: no confiamos en quienes creemos que deben liderar el cambio, que son el Congreso, la Presidencia, las Alcaldías. Eso produce frustración y tristeza.  

Cuando se deposita la esperanza de cambio en una institución o persona, ¿de alguna forma le cedo la responsabilidad a otros? 

Yo sí creo que la gente se comprometió con un cambio. Primero porque muchos hablaron de “la sociedad” que parece un concepto muy ajeno, pero en últimas cuando tú dices “un gobierno”, estás diciendo que en la sociedad estoy yo. Ese para mí es un matiz que me permite decir que la gente no está tan desconectada de esto.  

Cuando hablan de la educación como cambio, están hablando de la educación como agente de transformación, también cuando hablan de corrupción, hablan de cultura laxa ante la corrupción y cuando hablan de política hablan de educación ciudadana y participación. Cuando uno va tomando esos temas se va dando cuenta que hay un factor común que sí está asociado de alguna manera a la corresponsabilidad y al sentimiento de que es un problema social, no solo de agentes externos.  

¿Y entonces, por qué  no conversamos más?  

A veces, lo que pasa en nuestros modelos democráticos es que pensamos que las cosas se dan naturalmente, por ejemplo, la conversación. Nosotros somos agentes dialógicos y conversadores por principio, pero eso no quiere decir que sepamos conversar ni que nos estén enseñando a hacerlo. Nuestra educación, en la mayoría de los casos, está diseñada para la unidireccionalidad, son instancias medidas por la autoridad.  

De alguna forma habría que ‘horizontalizar’ mucho más las relaciones para que no haya esa asimetría. También hay que trabajar la escucha activa para que efectivamente no nos cueste tanto escuchar y no estemos todo el tiempo pensando en qué vamos a responder, cómo vamos a reforzar lo que ya pensamos o de qué manera vamos a convencerlo de algo que él no quiere.  

#ParaElegir confío, converso y reflexiono

¿En qué lugares has puesto tu voz para hablar de los cambios que desearías para el país? ¿Qué tal si conversamos más?

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