Cuando los Chamorro Lopera empezaron a leer en familia, sin saberlo sembraron en Luciana un hábito que hoy sostiene su manera de estudiar, concentrarse e imaginar el futuro que sueña
Durante la pandemia cuando el encierro trajo cansancio y saturación digital, Carlos y Sandra Milena, los papás de Luciana, buscaron una forma distinta de pasar las noches. «Ya nos habíamos visto todas las películas, ya no queríamos más pantalla», recuerda Carlos. Ambos crecieron rodeados de libros y pensaron que quizá un pequeño club de lectura familiar podría ser una buena idea para ese momento incierto.
En 2020, Luciana tenía siete años cuando nació ese ritual sin reglas ni pretensiones: cada noche, los tres se sentaban a leer. Cada uno avanzaba unas páginas, compartían historias, descubrían autores y se escuchaban.
Lo que empezó como un remedio contra el aburrimiento se transformó, sin que lo notaran, en un hábito que fortaleció su disciplina, su gusto por aprender y su capacidad de concentrarse. Ahora, a sus once años, Luciana es una lectora incansable.
Estudia en el colegio Alemán, se levanta temprano, va a clases, practica gimnasia, teatro y jazz; aun así, cada noche encuentra un espacio para su lectura. Ese pequeño ritual familiar se convirtió en una brújula: la lectura es su forma de cerrar el día, de calmarse, de imaginar y de aprender.
Desde muy pequeña, su mamá la llevaba a las bibliotecas públicas de Medellín. Le fascinaba bajarse del Metro en San Antonio para visitar el Bibliometro; la Biblioteca Comfama de Bello era una de sus favoritas por sus luces y rin - cones para acostarse a leer.
En esos recorridos se fortaleció algo más que un gusto: se sembró una relación con el conocimiento que hoy influye en su manera de estudiar. A través de los libros de sus padres, Luciana descubrió mundos que la marcaron. Su mamá le leía Mi hermano y su guitarra; su papá le presentó a Isaac Asimov y Mario Mendoza. Por su cuenta encontró su saga favorita: Harry Potter, que releen juntos cada año. Para Luciana, leer no es solo entretenimiento: «Cuando leo por la noche cierro los ojos y me lo imagino. Yo siento que estoy ahí», dice.
Le gustan la magia y la fantasía, mundos que no existen en su día a día, pero que puede explorar gracias a las palabras. Su consejo para otros niños y niñas es simple: «Vayan a una biblioteca; así pueden descubrir qué les gusta antes de comprar un libro».
Su papá está convencido de que la lectura es una herramienta para entender mejor el mundo. «En un tiempo tan lleno de pantallas, un libro le da profundidad; conocer a un personaje le da más herramientas», reflexiona. Lo que comenzó como una alternativa en medio de la pandemia se convirtió en un hábito que hoy moldea la manera en que Luciana estudia, organiza su tiempo e imagina su futuro. Sueña con ser pediatra y sabe que los libros, que le han dado constancia, imaginación y disciplina, la acompañarán siempre en ese camino.
¿Cómo construyen en tu familia hábitos que les permitan estudiar mejor y progresar juntos?
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