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De sexualidad se conversa en familia. Esta carta de William a su hija Mariangel nos da pistas de cómo hacerlo.

Querida hija, Eres la fiel muestra del parpadeo del tiempo. Ya tienes 14 años y siento que fue hace muy poco cuando Natalia, tu mamá, y yo nos hacíamos padres por primera vez.

Te confieso que prendimos nuestras alarmas cuando te escuchábamos hablar de aquel chico, cuando nos decías que tus amigos te habían invitado a comer pizza, cuando salías en la noche o cuando te demorabas porque perdías la noción del tiempo.

Ya estás grande, definitivamente, tenemos que aceptarlo y por eso llegó el momento de hablar de sexo porque no queremos que lo aprendas sola o con información que puede ser errónea.

Inicialmente, tu mamá y yo nos hicimos muchas preguntas: «¿será que ya son novios? Nos referíamos al chico aquel que fue tu “novio” por una semana, ¿será que va a empezar su vida sexual?, ¿le hablamos de planificación?, ¿cómo tocamos el tema?», fueron algunas de las preguntas que nos llegaron como cascada.

En nuestras familias no era común hablar de sexo. La religión y muchas ideas limitantes alrededor del cuerpo y del disfrute, nos han hecho pensar como sociedad que el sexo es pecado y que hablar de él, aun en familia, también lo es. Así que no teníamos mucha experiencia para conversar abiertamente sobre el tema.

Pero, como trabajadores del área de la salud, sabemos lo importante de tener esta conversación a tiempo. Incluso, quisimos contar con la opinión de tu abuela Otilia, pues todos debemos estar en el mismo barco cuando hablamos de lo que nos parece esencial.

Para ella sí estabas «todavía muy niña» para hablarlo, pero cuando le contamos que dos de cada 10 adolescentes entre 15 y 19 años ha estado alguna vez embarazada en Colombia*, nos dio la razón de que los tiempos han cambiado y que no podemos dejar en el aire una conversación tan importante.

Tu mamá habló primero contigo, entre mujeres, y yo aprendí mucho cuando me contó de lo que habían conversado en tu cuarto: de los cambios que notabas en tu cuerpo, de los dolores o cólicos menstruales que a veces sientes y de los cambios hormonales que experimentas.

Luego, tú y yo nos sentamos en el comedor y recuerdo que hablamos con detalle de los métodos anticonceptivos y de que las pastillas, por ejemplo, podrían mejorar mucho tus síntomas y acompañarte en los cambios corporales propios de la adolescencia.

La verdad es que, además, de eso, nos sentimos tranquilos. Cuando empieces tu vida sexual sabes que siempre te escucharemos sin juzgarte y que, también, estarás protegiéndote de un embarazo y de una enfermedad de transmisión sexual porque te hablamos de todos los métodos anticonceptivos.

Quiero darte las gracias porque compartes con nosotros este momento de tu vida y porque al hablar contigo reafirmamos que, como adultos, no lo sabemos todo y que podemos aprender más de ti que tú de nosotros.

#Familia… donde nos atrevemos a conversar sobre todos los temas

En tu familia, ¿cómo conversan sobre sexo?

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sexualidadjunio 2024
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