Eliana y Juan Esteban, abrumados y agotados por el trabajo y las responsabilidades familiares, establecieron normas y espacios sagrados para gozar de tiempo libre como pareja y en el trabajo. Estas son algunas de sus estrategias ¿te animas a probarlas?
Mientras preparaba el almuerzo en la casa, Eliana estaba conectada en una reunión, pensaba cómo iba a resolver todos los pendientes del día y en qué momento compartiría tiempo de calidad con su hija, Valeria, y su esposo, Juan Esteban. Todos los días, además, trabajaba hasta después de las siete de la noche. Se sentía agotada.
Un día en medio del ajetreo propio de cada mediodía, sintió una presión en el pecho. Lo peor es que esta no era nueva, ya la había sentido antes y la ignoraba para continuar. Pero esta vez fue diferente, ahora era insoportable.
Se sentía enferma de cansancio y culpable al pensar en establecer límites en el trabajo para almorzar tranquila y compartir con su familia; pensaba que la juzgarían por destinar espacios para descansar durante el día, en lugar de «ser productiva».
En medio de la angustia y el no poder aguantar más, Eliana hizo catarsis. Esa misma noche, decidió conversar con su familia sobre lo agotada que estaba. Se sorprendió al darse cuenta de que su esposo también se sentía así: abrumado y agotado.
Le contó que buscando maneras de sortear ese cansancio había leído el libro El ocio y la vida intelectual y había encontrado pistas para mermarle la velocidad al día y sacarle tiempo al yoga. Ese momento de consciencia fue el impulso para pasar a la acción. Entonces decidieron, juntos, diseñar una guía con acuerdos para respetar el ocio del otro.
Al principio era complejo porque ambos trabajaban y, además, compartían una debilidad: les costaba poner límites en la jornada laboral. Probaron varios métodos hasta que encontraron uno que les sirvió: se dividieron las responsabilidades como padres, las tareas en casa y separaron en el cronograma momentos de disfrute colectivos y otros individuales.
Con el paso de los días empezaron a sentirse mejor y a descubrir que el tiempo de ocio es sagrado y que más que un «capricho» o «un lujo», es una necesidad.
Estas son algunas de sus estrategias:
Permite que el otro viva su presente, no pienses que no «hace nada» cuando dedica tiempo a la contemplación, la música, el silencio o la imaginación.
Pregunta, antes de suponer. Evita disponer del tiempo de otros sin avisar.
Sé consciente de que el otro tiene pasiones, hobbies y que estos requieren tiempo.
Si tienen hijos pueden establecer tiempos de descanso a solas, en pareja o amigos. Esto permite descansar, oxigenarse y cuidar mejor de los hijos.
Pregúntate si realmente ese correo, llamada o mensaje por fuera del horario laboral puede esperar o ser programado para atenderse cuando corresponda.
Rechaza y/o evita citar reuniones a la hora del almuerzo, acuerda un horario cómodo y respetuoso para todos.
Inspira con el ejemplo para que otros aprendan algo nuevo relacionado con sus intereses.
Permite la desconexión y el disfrute del otro mientras está en vacaciones o por fuera del horario laboral.
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