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Conocer la cultura italiana le enseñó a Yuliana Zuleta a vivir el ocio en libertad.

Yuliana Zuleta corría por las calles de Roma a las siete de la noche, quería alcanzar a comprar un vestido que había visto. Era su último día en la ciudad y llegó a la tienda un minuto más tarde de la hora de cierre, confiada en que, aunque ya estuvieran cerrando, la atenderían; a n eso estaba acostumbrada en Colombia.  

Se sorprendió cuando le dijeron que no, que ya se iban a descansar y que con gusto podrían atenderla al otro día desde las diez de la mañana. Se quedó con las ganas del vestido y con un aprendizaje más: para los italianos el tiempo de descanso es sagrado. 

Era agosto de 2022, había tomado un vuelo para cumplir dos de sus sueños: conocer Europa y visitar a su mamá, quien desde hace 25 años buscó en Italia mejores opciones laborales de las que encontraba en Medellín.  

Madrid, Roma y Sicilia eran sus destinos. Como viajera, Yuliana quería aprovechar su tiempo al máximo. Además, iba mal acostumbrada, en Medellín era periodista, una profesión que tiene como característica el afán, en la que los horarios pueden ser difusos, al igual que el tiempo para sí mismos de quienes la ejercen.  

En Roma empezó a notar las diferencias entre la cultura italiana y la suya, una que siempre vive «a la carrera». Le pareció raro ver cómo entre las doce del mediodía y las tres de la tarde, las calles de la ciudad se quedaban mucho más solas y todos los negocios, a excepción de los restaurantes, cerraban. No entendía por qué perdían tres horas de ventas en plena temporada alta. 

A las siete de la noche solo seguían abiertos los bares y los restaurantes y, en las mañanas, todo abría apenas a eso de las diez. Empezó a sentir curiosidad y hasta envidia de la forma en la que vivían los italianos y de sus horarios de trabajo. Porque esa forma de vivir, en su ciudad, parecía una utopía.  

Cuando Yuliana llegó a Sicilia, a donde su mamá,vio que todo era aún más acentuado: al mediodíalas calles eran desérticas y todo el mundo vivía más calmado. Le preguntó a su mamá por eso y ella le confesó que cuando llegó al país solo pensaba que los italianos eran «malos trabajadores». También le dijo que, con el paso del tiempo, se fue enamorando de ese estilo de vida en el que el ocio es sagrado. 

En Colombia, según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), nos caracterizamos por ser un país que madruga mucho, pero produce poco. ¿Quizá confundimos las horas de trabajo con los resultados y tenemos una concepción distorsionada del balance entre ocio y tiempo de trabajo? 

Estuvo poco tiempo en Italia, pero Yuliana se trajo algo para la vida: una nueva mirada del tiempo libre, una sin culpas. Antes se sentía mal por querer descansar, ¡ya no!, para ella la pausa se volvió valiosa. Cambió de trabajo por uno más flexible, que le permite descansar y dedicarse tiempo y sabe que, si un día tiene hijos, les inculcará, desde siempre, el valor del ocio.

¿Tenemos una concepción distorsionada del balance entre ocio y tiempo de trabajo?

¿Cómo concilias trabajo y tiempo libre?

En defensa del ocio para vivir en lugar de sobrevivir

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Italiaplacertrabajojulio 2023
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