Regalar recuerdos

Felipe Garcés, de 35 años, ha amado la fotografía desde que era pequeño. Aunque su relación con su padre no fue siempre la mejor, compartir con él le dejó un legado valioso: el gusto por capturar y regalar recuerdos. «Por un proyecto que mi papá tenía, salíamos a tomar fotos de calles, barrios y personas, justo cuando las cámaras digitales recién comenzaban a llegar», recuerda Felipe.

Esa pasión lo inspira esta Navidad a regalarle a su familia algo especial: un álbum de fotos.

Para él, es el mejor obsequio posible, un conjunto de recuerdos que los invitará a sentarse juntos alrededor de la mesa y revivir momentos con frases como: «¿Y este quién es?», «¡Cómo la pasamos de bien ese día!», «Qué risa eso que nos pasó» o «¡Mira cuánto ha crecido!». En un mundo digital donde las imágenes suelen quedar archivadas y olvidadas, este ritual de contemplar fotografías impresas es casi revolucionario.

Les permite detenerse, recordar, sonreír y rescatar momentos que, de otro modo, podrían perderse en el tiempo.

«Me encanta ver las fotos impresas. La era digital ha permitido que tengamos muchas fotos, pero las archivamos apenas tomamos unas nuevas y, un recuerdo que tengo es sentarme a ver los álbumes familiares y preguntarme «¿y este quién es?». Es como un ritual, recordar y ver a esas personas, algunas que tal vez ya no están con nosotros».

«Un álbum de fotos es un buen regalo, está lleno de recuerdos lindos que tal vez no tenemos presentes».

«En esos regalos simples a veces hay creatividad, cariño y una carga simbólica. Alguien que te conoce te puede regalar algo simple, pero con gran significado, a mí me gustaría recibir un dibujo, una pintura o un retrato fotográfico».

Otros pequeños regalos

Una carta, una playlist, una lista de sueños compartidos, un dibujo, un álbum de fotos juntos o juntas, una lista de gratitud, una playlist de pódcasts, tiempo sin pantallas, una llamada, una lista de películas, una lectura en voz alta, un poema, un “baúl” de historias familiares.