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Conversamos con Hernando Muñoz, especialista en temas de familia, género y derechos humanos acerca de qué es una familia y de las preguntas universales que pueden suscitarse en ella.

¿Qué es la familia?

Cuando hablo de familias, no me refiero solo a la pluralidad de tipos, sino a la esencia de lo que significan. Para mí, la familia es una categoría excepcional, un grupo de personas unido por vínculos de parentesco o legalidades. Familia es tanto la tradicional, compuesta por padres e hijos, como aquella extendida con abuelos y nietos, o incluso la familia que incluye a los hermanastros y a todos aquellos que forman nuestra red cotidiana de apoyo y amor. Cada configuración familiar aporta una dinámica única a nuestra sociedad. Y aunque mis amigos son inmensamente importantes para mí, no ocupan el mismo lugar que mi familia en situaciones legales o de emergencia, por ejemplo. Esto no quiere decir que esté cerrado a la evolución del concepto de familia, sino que reconozco su complejidad y relevancia en la vida privada y en la esfera pública.

¿Sigue siendo entonces fundamental la base biológica?

Sí, eso es lo que no ha evolucionado; aún hoy, la familia está arraigada en los lazos de sangre y legales, eso sigue siendo una constante. Podría afirmarse que la familia es una institución social cimentada en las necesidades humanas universales y en una base biológica innegable.

Con eso claro, ¿qué es entonces una familia?

Una organización, para mí social, un pequeño cosmos de relaciones de producción, de reproducción y de tributación. Eso casi nunca lo vemos, porque usualmente estamos mal acostumbrados a pensar que la familia es lo sagrado, lo único y lo mejor; eso es mentira, a veces es en la familia donde se cuecen los odios más extremos que puede haber. A la familia le ponemos un peso muy grande y lo que realmente tenemos es un pequeño grupo donde hay apoyo y una distribución de funciones. Cada familia tiene su propia estructura, posibilidades de elección y acuerdos en cuanto a sus patrones de convivencia. Una familia es un grupo dinámico, que para mí también es una agencia de formación de seres huma - nos, eso la convierte en un colectivo político que forma a esos seres humanos que, finalmente, serán ciudadanos y ciudadanas que conformarán una sociedad.

¿Para qué sirve la familia?

Para darle espacio a la diversidad que existe. No podemos seguir pensando que la familia normal es la de papá, mamá e hijos y que las demás no valen. La familia sirve a los miembros de esta, pero, para mí, en especial, tiene un lugar en lo político: es en la familia donde me enseñan, donde recibo la guianza y la orientación de quién soy yo. En la familia aprendo quién soy y cómo me relaciono con los otros. También es el escenario de encuentros y desencuentros intergeneracionales, de conexiones interpersonales, de la capacidad de ser y actuar dentro de una sociedad. Ahora, para no sacralizar, ni satanizar a la familia es importante decir que es una de las instituciones sociales, no es la célula básica de la sociedad, es una institución social como la escuela, como la religión, etcétera.

¿La familia es un laboratorio de construcción de futuro?

La familia tiene que ser un laboratorio de construcción de futuro, porque si la concebimos como una agencia de formación de seres humanos, la convertimos en ese colectivo político para el ser y el hacer, eso permitiría tener una sociedad más respetuosa y consciente de sus trayectorias personales y familiares. La trayectoria de vida de la familia incluye hechos y factores que tienen que ver con su biografía, con sus historias, con sus pérdidas y con sus triunfos. Todo eso se convierte en el sello de cada familia. En ese sentido, hablar de esas trayectorias de vida hace que la familia sea una posibilidad de futuro, de práctica de la democracia, de nuevos y diferentes seres humanos que respeten la diversidad y la diferencia en todas sus formas.

¿Qué se pregunta una familia, de qué conversa?

Tenemos que abrirnos a la conversación desde un ámbito democrático y no desde la imposición, eso quiere decir que todos los miembros de la familia puedan expresarse sintiendo que están en un lugar seguro donde se pueden decir cosas, hacer preguntas y proponer cambios. Conversaciones, por ejemplo, acerca de la orientación sexual, de la identidad de género, de esas propuestas que pueden hacer los hijos sin que sea el papá o la mamá quien toma la última decisión, sino conversando y decidiendo entre todos. También hay otro tipo de conversaciones, por ejemplo: ¿queremos o no tener hijos?,¿queremos estudiar en el exterior?, ¿queremos inmigrar?, ¿queremos comprar casa?, ¿nos vamos a cambiar de barrio?, ¿en qué vamos a invertir?, ¿quiénes trabajan y quienes no?, ¿qué hacemos en una situación difícil? Una cosa fundamental es establecer que en la familia las conversaciones pueden ir más allá de los problemas y que hay espacio para los sueños, las decisiones, las frustraciones, etcétera.

¿Una conversación transforma a una familia?

Una familia se transforma a partir de las preguntas que se hace, por ejemplo hoy se está hablando de los hombres, de su poder transformador y de eso antes no se hablaba. Conozco casos donde a partir de la pregunta: «¿puedo entender a mi hijo de otra manera?», la relación familiar ha cambiado por completo. También pasa que el hijo vuelve de la universidad y dice «hoy discutimos sobre el tema de la izquierda y la derecha» y en esa casa empieza a haber diálogo sobre lo político. Las conversaciones tienen que transformarnos porque escuchar al otro o a la otra me trae nuevos conocimientos y nuevas miradas.

#Familia... donde se puede hablar de todo.

¿Qué conversaciones suceden en tu familia?

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