Una transformación agrícola

EN 2008, EL SECTOR BANANERO vivió una de las coyunturas financieras más importantes, debido a la volatilidad del dólar y la afectación del mercado internacional. Juan Esteban lo supo al escuchar las conversaciones en su casa acerca de la empresa familiar y las de otras familias amigas. 

Fue testigo de cómo su familia y otras tres familias amigas empezaron a mirar nuevas posibilidades agrícolas. Estaban convencidas de que, tarde o temprano, Urabá debía diversificarse y que las extensas plantaciones de banano no serían las únicas protagonistas del paisaje y del desarrollo de la región. 

En Urabá ya existían otros cultivos, en menor escala, como cacao o maracuyá, pero el impulso agrícola que se avecinaba era tal, que atrás quedaría la imagen de una región exclusivamente bananera. La cercanía al mar, la cantidad de gente joven con ganas de trabajar y, en este caso, el valor agregado de la palma y la duración del aceite extraído hacía de este negocio una idea muy atractiva. 

Jesús Correa, su papá, indagó junto a sus futuros socios todo lo relacionado con el cultivo de palma de aceite, al enterarse de las bondades de este mercado en el ámbito internacional y de que en 1980 había llegado el cultivo de palma a Urabá pero que una plaga acababa siempre con él.  

Tenían la intención entonces de crear lo que hoy conocemos como Bioplanta, una empresa dedicada a la extracción de aceite de palma, pero el primer desafío que tuvieron que superar para cultivarlo fue encontrar la manera técnica de que la palma prosperara en Urabá. 

Junto a sus amigos y socios aprendieron, en lugares como Tumaco, los Llanos orientales y Santander, todo lo que había que saber de este mercado.

Además, en conversaciones con posibles aliados e inversionistas descubrieron en Colombia una semilla híbrida entre la palma americana y la africana, que permitía un menor uso del espacio por planta y, también, la hacía inmune a ese microorganismo que la había acabado décadas atrás.

Decidieron trasladar esa variedad a Urabá y en 2012 Bioplanta se consolidó como una gran empresa regional que generaba empleo para alrededor de 150 familias. Así mismo, desarrollaron productos de biotecnología y consolidaron alianzas con pequeños productores en Carepa, Chigorodó, Turbo y Mutatá. 

Mientras la empresa familiar crecía, entre 2008 y 2015, Juan Esteban estudiaba Negocios Internacionales y hacía sus prácticas en una empresa europea comercializando banano. Pero, en medio de una renovación en Bioplanta durante 2013, cuando tenía apenas 22 años, la junta directiva lo propuso como gerente, pues era alguien que había visto y conocía de cerca el negocio. Esperaban que un liderazgo joven, impulsara aún más la empresa.

Más que la gerencia, para la que se sentía muy joven, a Juan Esteban lo sedujo el potencial comercial que veía en Urabá, un lugar en el que a mediano plazo quedaría el primer puerto internacional de Antioquia, con vías de cuarta generación y donde se estaba proyectando una realidad social y económica muy próspera. 

Aceptó el cargo y un año más tarde, Bioplanta ya había ingresado a otros mercados nacionales e internacionales como en Europa y Estados Unidos. Ahora, contribuyen a la generación de empleo en la región para 2900 familias y continúan fortaleciendo la producción agrícola, no solo en sus 9.000 hectáreas de palma, sino acompañando el negocio de 76 pequeños productores. 

DESPENSA AGRÍCOLA DE ANTIOQUIA

Esta región genera más de 118.800 empleos. Tiene más de 10.000 hectáreas en palma de aceite; 30.000 hectáreas en plátano, 30.000 en banano y, en otros cultivos; casi 8.000 hectáreas en cacao, manejadas por pequeños parceleros, de las cuales 600 están cultivadas de forma orgánica. Es la región del Colombia con más cacao orgánico certificado.

Además, cuenta con casi 5.000 hectáreas de maracuyá, más de 1000 hectáreas de piña y aproximadamente, 600.000 de ganadería.