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En las próximas cinco décadas, siete de cada diez personas en el mundo vivirán en las ciudades, según ONU-Hábitat. Lo que representa un desafío, al igual que el cambio climático, la rapidez de la tecnología y los cambios en los estilos de vida. Por eso, la Fundación Berta Martínez ya piensa en cómo construirá el hábitat de entonces. Con ellos, hicimos este viaje al futuro...

Hoy es 15 de noviembre del 2063. Somos muchos, en todas partes, al mismo tiempo. Todos vivimos conectados, accedemos a las cosas en cuestión de segundos, todo lo tenemos a la mano, literalmente. En este barrio viven los González, una familia conformada por Sara, Leo, sus hijos Alexa y Walter y, Max, su perro labrador. 

A ellos, como a muchas otras familias de acá, les importa mucho el medio ambiente y la economía circular. Buscaron que en la construcción de su vivienda se usaran materiales que hace 40 años no eran tan comunes, como la madera reciclada, en lugar de ladrillos y concreto. 

Su casa se adapta al cambio climático, la temperatura media global aumentó tres grados y a veces la lluvia es impredecible; por eso, pensaron que su lugar de hábitat debía estar hecha con materiales resistentes al agua, otros que ayuden a preservar el lugar seco y que estuviera rodeada de árboles que dieran sombra y protección. 

Sara trabaja como ingeniera de datos, Leo es experto en agricultura urbana y, gracias a las nuevas tendencias laborales, ambos trabajan remoto. Por esta razón, en casa necesitaron un espacio multipropósito para trabajar y estudiar. 

Antes, a Sara y Leo les preocupaba no tener un lugar para producir algunos de sus alimentos, tener contacto con las plantas y poder cultivar se volvió una necesidad luego de la pandemia del 2020. Ahora, algunos días después de estudiar, sus hijos participan en la huerta comunitaria donde se encuentran con otros vecinos y confirman la importancia de alimentarse de manera sana y sostenible. Allí cultivan algunas hierbas, frutas y verduras. 

La tecnología hace parte integral de su vida cotidiana. Tienen paneles solares en el techo, en lugar de depender de energías no renovables, lo que les ha permitido ahorrar y controlar la energía desde el celular. Hace 40 años solo unas pocas personas lo hacían, ya se ha masificado.  

En el conjunto residencial hay espacios diseñados y destinados al encuentro con los vecinos, áreas comunes para conversar, entretenerse y hasta trabajar en proyectos comunitarios de economía colaborativa; por ejemplo, hacer manualidades juntos. 

Que los González tengan un lugar así para vivir, en el 2063, es el resultado del trabajo y las conversaciones que se dieron en la Fundación Berta Martínez antes del 2023. Desde entonces, involucraron a las familias en la comprensión de que su hogar era más que una vivienda, los sensibilizaron frente al cambio climático, acompañaron su comprensión frente el riesgo ambiental, identificaron el potencial productivo de las comunidades, implementaron prácticas de reciclaje y manejo de los residuos, y diseñaron con ellas espacios comunitarios. 

Para la fundación y las familias, poner la mirada en el hábitat del futuro es imaginarlo, construirlo física y socialmente desde hoy, para que sea un lugar donde las futuras generaciones y sus comunidades cuiden la vida.

Desde 1983 la Fundación Berta Martínez ayuda a cumplir el sueño de familias en Colombia para comprar, mejorar o construir su vivienda. También promueve el desarrollo integral de los territorios rurales para el equilibrio urbano-rural y la inclusión financiera para un proyecto de casa en hogares con déficit habitacional.

¿Qué otros retos y oportunidades crees que trae el hábitat del futuro para vivir mejor?

#InnovaciónSocialEs diseñar un lugar para vivir que sea habitable, sostenible y consciente

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