Después de 44 años de espera, Blanca se graduó como bachiller. Su historia demuestra que la educación no tiene edad y que los sueños siempre pueden cumplirse.
A sus 58 años, con el diploma de bachiller en las manos y lágrimas de felicidad, Blanca Rosa Rojas García demostró que los sueños no tienen fecha de vencimiento. El pasado 8 de mayo, esta operaria de barrido jubilada de Rionegro cerró un capítulo que había quedado inconcluso hace más de cuatro décadas. Tenía apenas 13 años cuando perdió su primer año de bachillerato en la Normal Superior y se vio obligada a abandonar sus estudios. «Pensaba que nunca iba a poder ser bachiller», confiesa Blanca Rosa, madre soltera de tres hijos.
Tras dejar el colegio a los 13 años, empezó a trabajar de inmediato: cuidó niños, trabajó en casas de familia, acompañó a personas mayores, laboró en cultivos de flores y apoyó procesos en un centro de rehabilitación para niñas y niños con discapacidad cognitiva. Su vida fue, durante décadas, trabajo constante y poco tiempo para ella.
Durante 16 años, Blanca Rosa mantuvo las calles limpias y acogedoras y, gracias a su buen desempeño, en Verdelimpio, junto con Comfama y la Universidad Católica de Oriente, le abrió la puerta para retomar sus estudios. La alianza entre Comfama y la UCO ofrece oportunidades educativas para personas que desean superarse sin importar la edad, y para Blanca Rosa esto significó mucho más que obtener un título: recuperó la confianza, demostró su disciplina, se abrió nuevas posibilidades de progreso personal y económico e inspiró a su comunidad, especialmente a su hijo de 20 años, a quien motivó durante años a estudiar. «Cuando él finalmente quiso, yo ya estaba por graduarme», recuerda con orgullo.
Retomar el estudio fortaleció su disciplina y su capacidad para emprender, creó un pequeño emprendimiento de pasteles de pollo que transformó su rutina y le permitió sumar ingresos a su pensión, incluso ahorrar para mejorar el techo de su casa.
Su visión empresarial sigue creciendo: este año obtuvo una beca para certificarse en Manipulación de Alimentos y Buenas Prácticas de Manufactura, un paso clave para expandir su emprendimiento de pasteles hacia servicios de catering. La historia de Blanca Rosa nos recuerda que el progreso también se construye con constancia: estudiar abre puertas, renueva sueños y permite imaginar futuros que antes parecían lejanos.
¿Qué posibilidades crees que podría abrir en tu vida retomar o iniciar un proceso educativo hoy?
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