¿Por qué importa un buen comienzo?

1958

Las orillas del río Medellín y de la quebrada La Iguaná estaban llenas de tugurios, en ellos vivían miles de personas, la mayoría campesinos que llegaron a la ciudad en busca de oportunidades luego de ser desplazados por la guerra bipartidista que se libraba en Colombia. Una situación insostenible.

Además de los adultos, la cantidad de niños que se convirtieron en habitantes de calle crecía. El promedio de hijos en cada una de aquellas familias de pobladores era de seis. El alcalde en ese momento, Jorge Restrepo Uribe, tomó medidas y empezó la construcción de una serie de viviendas en la comuna 13. El objetivo era reubicar allí a los desplazados. El presupuesto público alcanzó para cemento y ladrillos, pero no para el trabajo social.

Adultos, jóvenes y niños necesitaban alternativas de salud, alimentación, educación y trabajo. Por eso ante esa escasez de recursos María Lucila Jaramillo Montoya, la esposa del alcalde, tomó acción y convocó a las esposas del resto de los integrantes del gabinete municipal para que hicieran una serie de bingos, almuerzos, ventas de ropa y colectas con las empresas, así conseguirían el dinero faltante.

La estrategia fue exitosa y pudo mitigar la emergencia; sin embargo, el trabajo con los niños no podía ser transitorio, se trataba de una población que necesitaba de atención permanente. A partir de ahí, las organizaciones no gubernamentales existentes asumieron la labor. La alcaldía no tenía recursos, pero la emergencia les mostró que existía un aliado dispuesto a apoyarlas: el empresariado.

Para continuar encontraron distintos mecanismos, por ejemplo, que los empresarios hicieran parte de las juntas directivas de las organizaciones y pudieran aportar con su visión y experiencia, al tiempo que se formularon planes-padrino y programas de donación.

1982

Casi 20 años pasaron hasta que, en 1982, Medellín recibió los primeros recursos para la niñez por parte del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar; ese dinero, aunque sumaba, no era suficiente para cubrir la demanda. Las empresas, las ONG y las fundaciones siguieron llenando el vacío que aún no podía cubrir el Estado.

2004

Fue solo hasta 2004 se empezó a conversar acerca de la primera política pública para la niñez en Medellín: nació Buen comienzo en la alcaldía de Sergio Fajardo. Este alcalde tenía clara la importancia de la primera infancia tanto para el presente como para el futuro, así como la necesidad de brindarle un lugar seguro a la mayor cantidad posible de niños. Todo comenzó en diciembre y el cambio fue impresionante, recuerda Luz Amalia Botero, exdirectora de la Fundación de atención a la niñez (FAN), quien vio cómo de un día para otro los 200 niños que atendía se convirtieron en más de 500.

2012

El enfoque se mantuvo hasta el 2012, cuando el programa se convirtió en acuerdo municipal, eso significó que tuviese siempre un presupuesto por parte de la ciudad. También hizo posible que la filosofía cambiara, ya no solo se trataría de llegar al mayor número posible de niños, sino de darles una atención integral que incluyera salud, nutrición, cultura, educación y deporte.

Todo fue tan exitoso que la iniciativa creció hasta convertirse en ley nacional llamándose De Cero a siempre.

Este logro fue posible durante la alcaldía de Alonso Salazar, con el apoyo de su esposa Martha Liliana Herrera. Empezaron a construir jardines infantiles de calidad con los que se trascendía el criterio de cobertura y se ampliaba la atención a los niños y niñas.

Pero... ¿por qué una iniciativa comunitaria y empresarial logró pasar de la nada a todo? Al parecer, fue porque se les dio a los niños su valor real. Por ejemplo, el premio Nobel de economía James Heckman, afirmó que «por cada dólar invertido en la primera infancia hay un retorno social de hasta 17 dólares en la adultez».

También porque se estimó que el 85% de nuestras conexiones neuronales se logran entre los cero y los cinco años y porque reconocimos que los niños son la representación de lo que será nuestra ciudad, departamento, país o planeta cada 20 años.

2023

Más de 60 años después del comienzo de esta historia parece que tenemos clara la importancia de los niños. Tal vez sea hora de que sepamos lo vital que es para el futuro de todos la primera infancia.