Yeison encontró en Compañía de Empaques la oportunidad de terminar el bachillerato. Con el apoyo de la empresa y la motivación constante de su «Mita», descubrió que estudiar es una forma de avanzar.
A los 29 años, Yeison vive en el barrio 12 de Octubre con su abuela Custodia, a quien cariñosamente llama Mita. Entre guitarras, computadores y una rutina tranquila, creía que su etapa de estudiante había quedado atrás.
Pero un mensaje en el grupo de WhatsApp de su lugar de trabajo, Compañía de Empaques, que decía: «¿Quieres terminar tu bachillerato?» le abrió una puerta que daba por cerrada. Su Mita no dudó: «Mijo, usted está joven, aproveche». Creció en el Popular Uno, un barrio de Medellín donde la violencia interrumpía las clases y los estudiantes se rezagaban. A los 16 años, la necesidad económica lo llevó a trabajar con su tío y dejar el colegio. «Había perdido el amor al estudio», recuerda. Durante años lo acompañó una sensación de deuda consigo mismo.
Cuando entró a Compañía de Empaques, recomendado por su hermano, encontró algo distinto: un ambiente donde la calidad humana se sentía y donde volvió a creer que estudiar era posible. Ese sentido de pertenencia abrió la puerta para que la educación regresara a su vida. La empresa facilitó todo: les daba una hora libre antes de clase, habilitó un salón equipado y entregó útiles y refrigerios. «No había excusas», dice. Y, sobre todo, estaba la profesora Jimena, «el núcleo que nos mantuvo unidos y motivados».
El esfuerzo dio frutos en mayo, cuando Yeison se graduó con diploma de excelencia académica. Aunque casi no asiste por su timidez, al ver al presidente de la empresa entregarle su reconocimiento, entendió la magnitud de lo logrado. Ese día sintió, quizá por primera vez, que el estudio también podía transformar su futuro.
El diploma hoy está colgado en la pared de la casa de su Mita. «Ese título es suyo», le dijo. Con un buen resultado en las pruebas Icfes, sueña con estudiar ingeniería mecatrónica, como su hermano, y construir una vida que le dé tranquilidad y comodidades a la mujer que lo crió y sigue siendo su motor. La historia de Yeison demuestra que cuando una empresa cree en el potencial de su gente y la acompaña con herramientas reales, estudiar se convierte en una ruta concreta de progreso.
¿Cómo crees que las empresas pueden ayudar a que más personas cumplan sus proyectos a través de la educación?
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